Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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Conclusión del año 1858

La Revista Espírita acaba de cumplir su primer año y estamos felices en anunciar que, de aquí en adelante, su existencia se encuentra asegurada por el número de sus suscriptores que aumenta a cada día, continuando así el curso de su publicación. Los testimonios de simpatía que hemos recibido de todas partes, la adhesión de los hombres más eminentes por su saber y por su posición social, son para nosotros un poderoso aliento en la tarea laboriosa que hemos emprendido; que aquellos, pues, que nos han sostenido en el cumplimiento de nuestra obra, reciban aquí el testimonio de toda nuestra gratitud. Si no hubiésemos encontrado contradicciones ni críticas, sería un hecho inaudito en los fastos de las publicaciones, principalmente cuando se trata de la emisión de ideas tan nuevas; pero si debemos admirarnos de una cosa es de haberlas encontrado tan pocas en comparación con las muestras de aprobación que nos han sido dadas y, sin duda, esto es debido mucho menos al mérito del escritor que al atractivo del propio tema que tratamos, y al crédito que a cada día gana en los más altos estratos de la sociedad; lo debemos también –y de esto estamos convencidos– a la dignidad que siempre hemos conservado para con nuestros adversarios, dejando al público que juzgue entre la moderación de una parte, y la inconveniencia de la otra. El Espiritismo marcha a pasos de gigante en el mundo entero; por la fuerza de las cosas todos los días une a algunos disidentes, y si por nuestra parte podemos poner algunos granos en la balanza de este gran movimiento que se opera y que marcará nuestra época como una nueva era, no será hiriendo ni afrontando a aquellos mismos que queremos atraer, sino que será por el razonamiento que nos haremos escuchar y no por las injurias. Al respecto, los Espíritus superiores que nos asisten nos dan el precepto y el ejemplo; sería indigno de una Doctrina, que no predica sino el amor y la benevolencia, rebajarse hasta el terreno del personalismo; dejamos este papel a aquellos que no la comprenden. Por lo tanto, nada nos hará desviar de la línea que hemos seguido, de la calma y de la sangre fría que no cesaremos de tener en el examen razonado de todas las cuestiones, sabiendo que con esto hacemos más adeptos serios del Espiritismo que con la aspereza y la acrimonia.

En la Introducción que hemos publicado en nuestro primer número hemos trazado el plan que nos proponíamos seguir: citar los hechos, pero también investigarlos y examinarlos cuidadosamente con el escalpelo de la observación, apreciándolos y deduciendo sus consecuencias. Al principio, toda la atención se concentró en los fenómenos materiales, que por entonces alimentaban la curiosidad pública; pero la curiosidad tiene un tiempo: una vez satisfecha, deja su objeto, como un niño deja su juguete. Entonces, los Espíritus nos dijeron: «Éste es el primer período; pasará pronto para dar lugar a ideas más elevadas; nuevos hechos van a ser revelados, los cuales marcarán un período nuevo –el período filosófico– y la Doctrina crecerá en poco tiempo, como el niño que deja su cuna. No os inquietéis con el escarnio: los que escarnecen serán ellos mismos escarnecidos, y mañana encontraréis a afanosos defensores entre vuestros más ardientes adversarios de hoy. Dios quiere que sea así, y nosotros somos los encargados de ejecutar Su voluntad; la mala voluntad de algunos hombres no prevalecerá contra ella; el orgullo de aquellos que quieren saber más que Él, será abatido.»

En efecto, estamos lejos de las mesas giratorias que casi no divierten más, porque todo cansa; solamente no cansa aquello que habla a nuestro discernimiento, y el Espiritismo navega a toda vela en su segundo período; cada uno ha comprendido que es toda una ciencia que se funda, toda una filosofía, todo un nuevo orden de ideas; era preciso seguir ese movimiento, al igual que contribuir con el mismo, bajo pena de ser pronto desbordado; he aquí por qué nos hemos esforzado para mantenernos a la altura, sin encerrarnos en los estrechos límites de un boletín anecdótico. Elevándose a la categoría de Doctrina filosófica, el Espiritismo ha conquistado innumerables seguidores, incluso entre aquellos que no han sido testigos de ningún hecho material; es que el hombre estima lo que le habla a la razón, aquello que pueda entender, y encuentra en la filosofía espírita algo más que un entretenimiento, algo que le explique el vacío punzante de la incertidumbre. Penetrando en el mundo extracorpóreo por la vía de la observación, hemos querido hacer penetrar en él a nuestros lectores, y hacer que lo comprendan; cabe a ellos juzgar si hemos alcanzado nuestro objetivo. Por lo tanto, proseguiremos en nuestra tarea durante el año que va a comenzar, y todo anuncia que deberá ser fecundo. Nuevos hechos de otro orden surgen en este momento y nos revelan nuevos misterios; nosotros los registraremos cuidadosamente, y en ellos buscaremos la luz con tanta perseverancia como en el pasado, porque todo presagia que el Espiritismo va a entrar en una nueva fase más grandiosa y aún más sublime.

ALLAN KARDEC

NOTA – La abundancia de materias nos obliga a aplazar para el próximo número la continuación de nuestro artículo sobre la Pluralidad de las existencias y el cuento de Frédéric Soulié.

ALLAN KARDEC