El fenómeno de las apariciones se presenta hoy bajo un aspecto de
cierto modo nuevo, y arroja una viva luz acerca de los misterios de
la vida del Más Allá. Antes de abordar los extraños hechos que
vamos a relatar, creemos un deber volver a hablar sobre las
explicaciones que al respecto han sido dadas, y completarlas.
Es preciso no perder de vista que, durante la existencia, el Espíritu
está unido al cuerpo por una sustancia semimaterial que constituye
una primera envoltura, que hemos designado con el nombre de
periespíritu. Por lo tanto, el Espíritu tiene dos envolturas: una
grosera, pesada y destructible: el cuerpo; la otra etérea, vaporosa e
indestructible: el periespíritu. La muerte no es más que la
destrucción de la envoltura grosera; es esta ropa usada la que
dejamos; la envoltura semimaterial persiste y, por así decirlo,
constituye un nuevo cuerpo para el Espíritu. Esta materia etérea de
ninguna manera es el alma, señalémoslo bien; no es sino la primera
envoltura del alma. La naturaleza íntima de esta sustancia todavía no
nos es perfectamente conocida, pero la observación nos ha puesto en
camino de algunas de sus propiedades. Sabemos que ella desempeña
un papel capital en todos los fenómenos espíritas; después de la
muerte es el agente intermediario entre el Espíritu y la materia,
como el cuerpo durante la existencia. De ese modo se explica una
multitud de problemas hasta entonces insolubles. En un artículo
subsiguiente veremos el papel que desempeña en las sensaciones
de los Espíritus. Además, el descubrimiento del periespíritu –si
podemos expresarnos así– ha hecho dar un paso inmenso a la ciencia
espírita; la hizo entrar en un camino completamente nuevo. Pero ese
periespíritu, diréis, ¿no es una creación fantástica de la imaginación?
¿No es una de esas suposiciones que se hacen a menudo en la
Ciencia para explicar ciertos efectos? No, no es una obra de la
imaginación, porque son los propios Espíritus que lo han revelado;
no es una idea fantástica, porque puede ser constatada por los
sentidos, porque se puede verlo y tocarlo. La cuestión es que existe: solamente la palabra es
nuestra. Son necesarias palabras nuevas para expresar cosas nuevas.
Los propios Espíritus la han adoptado en las comunicaciones que
tenemos con ellos.
Por su naturaleza y en su estado normal, el periespíritu es invisible
para nosotros, pero puede sufrir modificaciones que lo vuelvan
perceptible a la vista, ya sea por una especie de condensación o por
un cambio en su disposición molecular: es entonces cuando se nos
aparece bajo una forma vaporosa. La condensación (no tomar esta
palabra al pie de la letra, la empleamos a falta de otra), la
condensación –decíamos– puede ser tal que el periespíritu adquiera
las propiedades de un cuerpo sólido y tangible; pero puede
instantáneamente retomar su estado etéreo e invisible. Podemos
comprender este efecto por el del vapor, que puede pasar de la
invisibilidad al estado brumoso, después al líquido, luego al sólido y
viceversa. Esos diferentes estados del periespíritu son el producto de
la voluntad del Espíritu, y no de una causa física exterior. Cuando
éste nos aparece, es que da a su periespíritu la propiedad necesaria
para volverlo visible, y esta propiedad puede extenderlo, restringirlo
y hacerlo cesar a su criterio.
Otra propiedad de la sustancia del periespíritu es la penetrabilidad.
Ninguna materia le es obstáculo: él las atraviesa a todas, como la luz
atraviesa los cuerpos transparentes.
El periespíritu separado del cuerpo toma una forma determinada y
limitada, y esta forma normal es la del cuerpo humano, pero ésta no
es constante; el Espíritu puede darle a su criterio las apariencias más
variadas, incluso la de un animal o de una llama. Además, esto se
concibe muy fácilmente. ¿No vemos a hombres que dan a su figura
las más diversas expresiones, imitando –hasta el punto de
engañarnos– la voz o el rostro de otras personas, pareciendo
jorobados, cojos, etc.? ¿Quién reconocería en la ciudad a ciertos
actores después de haberlos visto maquillados en escena? Por lo
tanto, si el hombre puede así dar a su cuerpo material y rígido
apariencias tan contrarias, con más fuerte razón el Espíritu puede
hacerlo con una envoltura eminentemente elástica, flexible y que
puede prestarse a todos los caprichos de la voluntad.
Los Espíritus, pues, se nos aparecen generalmente bajo la forma
humana; en su estado normal esta forma nada tiene de muy
característico, nada que los distinga unos de los otros de una manera
muy nítida; en los Espíritus buenos, ésta es comúnmente bella y
regular: largos cabellos sueltos sobre los hombros y ropajes
envolviéndoles el cuerpo. Pero si quieren darse a conocer toman
exactamente todos los rasgos con los cuales se los ha conocido, y
hasta la apariencia de las vestimentas si es necesario. Así, por
ejemplo, Esopo –como Espíritu– no es deforme; pero si se lo evoca
como Esopo, aunque hubiese tenido después varias existencias,
aparecerá feo y jorobado, con su ropa tradicional. La ropa es, tal vez,
lo que más sorprende; pero si consideramos que hace parte
integrante de la envoltura semimaterial, se concibe que el Espíritu
puede dar a esta envoltura la apariencia de tal o cual vestimenta,
como la de tal o cual rostro.
Los Espíritus tanto pueden aparecer en sueño como en estado de
vigilia. Las apariciones en estado de vigilia no son raras ni nuevas;
las ha habido en todos los tiempos; la Historia relata un gran número
de ellas; pero sin remontarnos tan lejos, en nuestros días éstas son
muy frecuentes, y muchas personas las han tenido y en un principio
las han tomado por lo que se ha convenido en llamar alucinaciones.
Son frecuentes, sobre todo, en los casos de muerte de personas
ausentes que vienen a visitar a sus parientes o amigos. A menudo no
tienen un objetivo determinado, pero en general se puede decir que
los Espíritus que así se nos aparecen son seres atraídos hacia
nosotros por simpatía. Conocemos a una joven señora que veía muy
frecuentemente en su casa –con o sin luz– a hombres que entraban y
salían de su cuarto, a pesar de las puertas cerradas. Ella estaba muy
asustada y esto la había vuelto de una pusilanimidad tal, que se
sentía ridícula. Un día ella vio claramente a su hermano que está
vivo en California: esto prueba que el Espíritu de los vivos también
puede atravesar las distancias y aparecer en un lugar mientras que el
cuerpo está en otra parte. Después que esta dama se inició en el
Espiritismo, ella no tuvo más miedo, porque comprendió sus
visiones y porque sabe que los Espíritus que vienen a visitarla no
pueden hacerle mal. Cuando su hermano se le apareció, es probable
que él estuviera durmiendo; si ella entendiese su presencia podría
haber tenido una conversación con él, y este último, al despertar,
habría podido conservar de la misma un vago recuerdo. Además, es
probable que en ese momento él estuviese soñando que estaba junto
a su hermana.
Hemos dicho que el periespíritu puede adquirir tangibilidad;
hemos hablado sobre esto cuando nos referimos a las
manifestaciones producidas por el Sr. Home.Se sabe que varias
veces él ha hecho aparecer manos que se podían palpar como manos
vivas, y que de repente se desvanecían como una sombra; pero no se
habían visto todavía a cuerpos enteros bajo esta forma tangible; sin
embargo, esto no es de ninguna manera una cosa imposible. En una
familia del conocimiento íntimo de uno de nuestros suscriptores, un
Espíritu se vinculó a la hija del dueño de la casa –una niña de 10 a
11 años– bajo la forma de un lindo chico de la misma edad. Él era
visible para ella como una persona común, y a voluntad se hacía
visible o invisible para otras personas; le prestaba toda especie de
buenos servicios, le daba juguetes, caramelos, realizaba el trabajo
doméstico, iba a comprar lo que hacía falta,
y lo que es más: pagaba. Esto no es en absoluto una leyenda de la
Alemania mística, y de modo alguno es una historia de la Edad
Media: es un hecho actual que, mientras estamos escribiendo, ocurre
en una ciudad de Francia y en una familia muy honorable. Llegamos
a hacer sobre este caso estudios llenos de interés y que nos han
proporcionado las revelaciones más extrañas y más inesperadas.
Mantendremos informados a nuestros lectores de una manera más
completa, en un artículo especial que publicaremos
próximamente.