Al estar algunas personas reunidas en nuestra casa con el objeto
de constatar ciertas manifestaciones, se produjeron los siguientes
hechos durante varias sesiones, los cuales dieron lugar a la
conversación que vamos a relatar y que presenta un alto interés
desde el punto de vista del estudio.
El Espíritu se manifestó a través de golpes, los cuales no fueron
dados con la pata de la mesa, sino efectuados en la propia textura de
la madera. El intercambio de pensamientos que tuvo lugar en esta
circunstancia entre los asistentes y el ser invisible no permitía dudar
de la intervención de una inteligencia oculta. Además de las
respuestas dadas a varias preguntas, ya sea por sí o por no, y por medio de la
tiptología alfabética, los golpes tocaban a voluntad una marcha
cualquiera, el ritmo de un aria, e imitaban la fusilería y el cañoneo
de una batalla, el ruido del tonelero, del zapatero, haciendo el eco
con una admirable precisión, etc. Después tuvo lugar el movimiento
de una mesa y su traslación sin ningún contacto de las manos,
estando los asistentes apartados; una ensaladera ubicada sobre la
mesa, en lugar de girar, se puso a deslizar en línea recta, también sin
el contacto de las manos. Los golpes se hacían escuchar
paralelamente en diversos muebles del cuarto, a veces
simultáneamente, otras como si los mismos se respondiesen.
El Espíritu parecía tener una marcada predilección por los toques
de tambor, porque a ellos volvía a cada instante sin que se lo
pidieran; frecuentemente a ciertas preguntas, en lugar de responder,
tocaba la generala o la llamada. Interrogado sobre varias
particularidades de su vida, él decía llamarse Célima, haber nacido
en París, fallecido desde hace cuarenta y cinco años, y haber sido
tocador de tambor.
Entre los asistentes, además del médium especial de efectos
físicos que servía a las manifestaciones, había un excelente médium
psicógrafo que pudo servir de intérprete al Espíritu, lo que permitió
obtener respuestas más explícitas. Al haber confirmado, por la
psicografía, lo que había dicho por medio de la tiptología sobre su
nombre, el lugar de su nacimiento y la época de su muerte, se le
dirigió la siguiente serie de preguntas, cuyas respuestas ofrecen
varios rasgos característicos y que corroboran ciertas partes
esenciales de la teoría.
1. Escríbenos algo, lo que tú quieras. –Resp. Ran plan plan, ran plan plan.
2. ¿Por qué escribes esto? –Resp. Yo era tocador de tambor.
3. ¿Habías recibido alguna instrucción? –Resp. Sí.
4. ¿Dónde has hecho tus estudios? –Resp. En los Ignorantinos.
5. Nos pareces ser jovial. –Resp. Lo soy y mucho.
6. Nos has dicho que, cuando encarnado, gustabas beber demasiado; ¿es verdad? –Resp. Gustaba todo lo que era bueno.
7. ¿Eras militar? –Resp. Claro que sí, ya que era Tambor.
8. ¿En qué gobierno has servido? –Resp. En el de Napoleón el Grande.
9. ¿Puedes citarnos una de las batallas a las cuales has asistido? –
Resp. La batalla del Beresina.
10. ¿Ha sido allá que has muerto? –Resp. No.
11. ¿Estabas en Moscú? –Resp. No.
12. ¿Dónde has muerto? –Resp. En las nieves.
13. ¿En qué cuerpo servías? –Resp. En los fusileros de la guardia.
14. ¿Amabas mucho a Napoleón el Grande? –Resp. Como lo
amábamos todos, sin saber por qué.
15. ¿Sabes lo que sucedió con él después de su muerte? –Resp. Yo
no me he ocupado sino de mí mismo después de mi muerte.
16. ¿Estás reencarnado? –Resp. No, ya que vengo a hablar con
vosotros.
17. ¿Por qué te has manifestado a través de golpes sin que hayas
sido llamado? –Resp. Es preciso hacer ruido para aquellos cuyo
corazón no cree. Si aún no ha sido lo suficiente, os daré más todavía.
18. ¿Es por tu propia voluntad que has venido a golpear o
realmente otro Espíritu te ha forzado a hacerlo? –Resp. Es por mi
propia voluntad que vengo; realmente, hay otro a quien vosotros
llamáis Verdad que también puede forzarme; pero hace mucho
tiempo que yo quería venir.
19. ¿Con qué objetivo querías venir? –Resp. Para conversar con
vosotros: he aquí lo que yo quería; pero había algo que me lo
impedía. He sido forzado por un Espíritu familiar de la casa que me
ha comprometido a que me volviese útil a las personas que me
hicieran preguntas. –¿Tiene, pues, mucho poder este Espíritu, ya que
comanda así a otros Espíritus? –Resp. Más de lo que creéis, y sólo lo
usa para el bien.
Nota – El Espíritu familiar de la casa se hace conocer con el
nombre alegórico de Verdad, circunstancia ignorada por el médium.
20. ¿Qué te lo impedía? –Resp. No sé; algo que no comprendo.
21. ¿Lamentas la vida? –Resp. No, nada lamento.
22. ¿Prefieres tu existencia actual o tu existencia terrestre? –Resp.
Prefiero la existencia de los Espíritus a la existencia del cuerpo.
23. ¿Por qué? –Resp. Porque uno está mucho mejor que en la
Tierra; la Tierra es un purgatorio, y todo el tiempo que en la misma
he vivido, siempre he deseado la muerte.
24. ¿Sufres en tu nueva situación? –Resp. No; pero todavía no soy
feliz.
25. ¿Estarías satisfecho de tener una nueva existencia corporal? –
Resp. Sí, porque sé que debo elevarme.
26. ¿Quién te lo ha dicho? –Resp. Bien lo sé.
27. ¿Estarás pronto reencarnado? –Resp. No lo sé.
28. ¿Ves a otros Espíritus a tu alrededor? –Resp. Sí, a muchos.
29. ¿Cómo sabes que son Espíritus? –Resp. Entre nosotros nos
vemos tal cual somos.
30. ¿Con qué apariencia los ves? –Resp. Como se pueden ver a los
Espíritus, pero no por los ojos.
31. Y tú, ¿con qué forma estás aquí? –Resp. Con la que tenía en
vida, es decir, con la de tocador de tambor.
32. Y a los otros Espíritus, ¿los ves con la forma que tenían
cuando estaban encarnados? –Resp. No; nosotros no tomamos una
apariencia sino cuando somos evocados: de otro modo nos vemos
sin forma.
33. ¿Nos ves tan claramente como si estuvieras encarnado? –Resp.
Sí, perfectamente.
34. ¿Es por los ojos que nos ves? –Resp. No; nosotros tenemos
una forma, pero no tenemos sentidos; nuestra forma no es más que
aparente.
Nota – Seguramente los Espíritus tienen sensaciones, puesto que
perciben; de otro modo serían inertes. Pero sus sensaciones no están
localizadas como cuando tenían un cuerpo: ellas son inherentes a
todo su ser.
35. Dinos positivamente, ¿en qué lugar estás aquí? –Resp. Estoy
cerca de la mesa, entre el médium y vos.
36. Cuando golpeas, ¿estás debajo de la mesa, por encima o en el
espesor de la madera? –Resp. Estoy al lado; no me meto en la
madera: basta que yo toque la mesa.
37. ¿Cómo produces los ruidos que haces escuchar? –Resp. Creo
que por una especie de concentración de nuestra fuerza.
38. ¿Podrías explicarnos la manera por la cual se producen los
diferentes ruidos que imitas, por ejemplo, las raspaduras? –Resp. No
sabría especificar mucho la naturaleza de los ruidos: es difícil
explicar. Sé que raspo, pero no puedo explicar cómo produzco ese
ruido que vosotros llamáis raspadura.
39. ¿Podrías producir los mismos ruidos con cualquier médium? –
Resp. No, hay especialidades en todos los médiums; todos no
pueden obrar del mismo modo.
40. ¿Ves entre nosotros a alguien, además del joven S... (el
médium de influencias físicas por el cual este Espíritu se
manifiesta), que podría ayudarte a producir los mismos efectos? –
Resp. Por el momento no veo a nadie; con él estoy muy dispuesto a
hacerlo.
41. ¿Por qué con él en lugar de otro? –Resp. Porque lo conozco
más, y también porque es más apto que otro en ese género de
manifestaciones.
42. ¿Lo conoces desde hace mucho tiempo, antes de su
actual existencia? –Resp. No; lo conozco hace poco tiempo; de
alguna manera, he sido atraído hacia él para hacerlo mi instrumento.
43. Cuando una mesa se levanta en el aire sin punto de apoyo,
¿qué es lo
que la sostiene? –Resp. Nuestra voluntad, que le ha ordenado
obedecer, y también el fluido que nosotros le transmitimos.
Nota – Esta respuesta viene en apoyo a la teoría que nos ha sido
dada, a la cual hemos hecho referencia en los números 5 y 6 de esta
Revista, sobre la causa de las manifestaciones físicas.
44. ¿Podrías hacerlo? –Resp. Pienso que sí; lo intentaré cuando el
médium venga. (Él estaba ausente en ese momento.)
45. ¿De quién depende eso? –Resp. Depende de mí, ya que me
sirvo del médium como instrumento.
46. Pero la cualidad del instrumento ¿no está para algo? –Resp. Sí,
ésta me ayuda mucho, puesto que he dicho que no podría hacerlo
con otros hoy.
Nota – En el transcurso de la sesión se intentó el levantamiento de
la mesa, pero no se lo logró, probablemente porque no se puso en
ello bastante perseverancia; hubo esfuerzos evidentes y movimientos
de traslación sin contacto ni imposición de las manos. Entre las
experiencias que fueron realizadas, se hizo la de la abertura de la
mesa en el lugar donde se alarga; al ofrecer esta mesa mucha
resistencia por su mala construcción, se la sostuvo de un lado,
mientras que el Espíritu tiraba del otro y la hacía abrir.
47. ¿Por qué, el otro día, los movimientos de la mesa se detenían
cada vez que uno de nosotros tomaba la luz para observar debajo? –
Resp. Porque yo quería punir vuestra curiosidad.
48. ¿De qué te ocupas en tu existencia de Espíritu, ya que, en fin,
no pasas el tiempo golpeando? –Resp. Frecuentemente tengo
misiones que cumplir; nosotros debemos obedecer las órdenes
superiores, y sobre todo cuando –a través de nuestra influencia–
tenemos que hacer el bien a los humanos.
49. Sin duda tu vida terrestre no ha sido exenta de faltas; ¿las
reconoces ahora? –Resp. Sí, las expío con justicia al estar
estacionario entre los Espíritus inferiores; sólo podré purificarme
más cuando tome otro cuerpo.
50. Cuando hacías escuchar golpes en otro mueble al mismo
tiempo que en la mesa, ¿eras tú quien los producía u otro Espíritu? –
Resp. Era yo.
51. Entonces ¿estabas solo? –Resp. No, pero solamente yo
cumplía la misión de golpear.
52. Los otros Espíritus que estaban allí, ¿te ayudaban en algo? –
Resp. No para golpear, sino para hablar.
53. ¿No eran, pues, Espíritus golpeadores? –Resp. No, la Verdad
no había permitido golpear a nadie más que a mí.
54. Los Espíritus golpeadores ¿no se reúnen a veces en gran
número, a
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fin de tener más poder para producir ciertos fenómenos? –Resp. Sí,
pero para lo que yo quería hacer podía bastarme solo.
55. En tu existencia espírita, ¿estás siempre en la Tierra? –Resp.
Lo más frecuentemente en el espacio.
56. ¿Vas a veces a otros mundos, es decir, a otros globos? –Resp.
No a los más perfectos, sino a los mundos inferiores.
57. Algunas veces ¿te diviertes al ver y al escuchar lo que hacen
los hombres? –Resp. No; sin embargo, algunas veces tengo piedad
de ellos.
58. ¿Hacia quiénes vas con preferencia? –Resp. Hacia los que
quieren creer de buena fe.
59. ¿Podrías leer en nuestros pensamientos? –Resp. No, no leo en
las almas; no soy lo bastante perfecto para esto.
60. Entretanto debes conocer nuestros pensamientos, puesto que
vienes hacia nosotros; de otro modo, ¿cómo podrías saber si
creemos de buena fe? –Resp. No leo, pero escucho.
Nota – La pregunta 58 tenía como objetivo interrogarle hacia
quiénes iba espontáneamente con preferencia, en su vida de Espíritu,
sin ser evocado; a través de la evocación él puede –como Espíritu de
un orden poco elevado– ser obligado a venir, incluso a un medio que
le desagrade. Por otro lado, sin leer propiamente hablando nuestros
pensamientos, podía ciertamente ver que las personas estaban
reunidas con un objetivo serio y, por la naturaleza de las preguntas y
de las conversaciones que escuchaba, juzgar que la asistencia estaba
compuesta por personas sinceramente deseosas de esclarecerse.
61. ¿Has vuelto a encontrar en el mundo de los Espíritus a alguno
de tus antiguos camaradas del ejército? –Resp. Sí, pero sus
posiciones eran tan diferentes que no los he reconocido a todos.
62. ¿En qué consistía esta diferencia? –Resp. En el orden feliz o
infeliz de cada uno.
63. ¿Qué les habéis dicho al reencontrarlos? –Resp. Yo les decía:
Vamos a elevarnos a Dios, que Él lo permite.
64. ¿Cómo entendías esa elevación hacia Dios? –Resp. Cada
peldaño superado es un peldaño más hacia Él.
65. Nos has dicho que habías muerto en las nieves; por
consecuencia, ¿has muerto de frío? –Resp. De frío y de necesidades.
66. ¿Has tenido conciencia inmediata de tu nueva existencia? –
Resp. No, pero no tenía más frío.
67. ¿Has vuelto alguna vez al lugar donde has dejado tu cuerpo? –
Resp. No, me había hecho sufrir mucho.
68. Te agradecemos las explicaciones que has tenido a bien
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darnos; ellas nos han suministrado temas útiles de observación para
perfeccionarnos en la ciencia espírita. –Resp. Estoy a vuestra
disposición.
Nota – Como se ve, este Espíritu es poco elevado en la jerarquía
espírita: él mismo reconoce su inferioridad. Sus conocimientos son
limitados; pero hay en él buen sentido, sentimientos honorables y
benevolencia. Como Espíritu, su misión es bastante ínfima, ya que
desempeña el papel de Espíritu golpeador para llamar a los
incrédulos a la fe; pero, en el propio teatro, el humilde traje de
figurante ¿no puede cubrir un corazón honesto? Sus respuestas
tienen la simplicidad de la ignorancia; pero, por no tener la
elevación del lenguaje filosófico de los Espíritus superiores, ellas no
son menos instructivas como estudio de las costumbres espíritas, si
podemos expresarnos así. Es solamente estudiando todas las clases
de ese mundo que nos espera, que se puede llegar a conocerlo, y de
alguna manera marcar con anticipación el lugar que cada uno de
nosotros puede allí ocupar. Al ver la situación que se han forjado –
por sus vicios y por sus virtudes– los hombres que han sido nuestros
iguales en la Tierra, es un aliento para elevarnos lo mayor posible
desde aquí: es el ejemplo al lado del precepto. No estaría de más
repetir que para conocer bien una cosa y hacerse de ella una idea
exenta de ilusiones, es preciso verla en todos sus aspectos, así como
el botánico no puede conocer el reino vegetal sino observando desde
la humilde criptógama escondida bajo el musgo, hasta el roble que
se eleva en los aires.