(Tercer artículo – Ver los números de febrero y de marzo de 1858)
No es de nuestro conocimiento que el Sr. Home haya hecho
aparecer, al menos visiblemente para todo el mundo, otras partes del
cuerpo que las manos. Sin embargo, se menciona a un general
muerto en Crimea, que habría aparecido a su viuda haciéndose
visible sólo a ella; pero nosotros no hemos estado en condiciones de
constatar la realidad del hecho, sobre todo en lo que concierne a la
intervención del Sr. Home en esta circunstancia. Nos hemos
limitado a lo que podemos afirmar. ¿Por qué las manos en lugar de
los pies o de la cabeza? Es lo que ignoramos y lo que él mismo
ignora. Al ser interrogados sobre este asunto, los Espíritus han
respondido que otros médiums podrían hacer aparecer la totalidad
del cuerpo; además, no está ahí el punto más importante; si
únicamente las manos aparecen, las otras partes del cuerpo no son
menos patentes, como veremos más adelante.
La aparición de una mano generalmente se manifiesta en primer
lugar bajo el mantel de la mesa, a través de las ondulaciones que
produce al recorrer toda su superficie; después se muestra sobre el
borde del mantel que la misma levanta; algunas veces la mano viene
a posarse sobre el mantel en el centro de la mesa; a menudo ella
toma un objeto y lo lleva debajo. Esta
mano, visible para todos, no es ni vaporosa ni translúcida: tiene el
color y la opacidad naturales; en la muñeca termina en el vacío. Si se
la toca con precaución, confianza y sin segundas intenciones
hostiles, ofrece la resistencia, la solidez y la impresión de una mano
viva; su calor es suave, húmedo y comparable al de una paloma
muerta después de una media hora. De ninguna manera es inerte,
porque se agita, se presta a los movimientos que se le imprime o
resiste, nos acaricia o nos aprieta. Si, al contrario, queréis agarrarla
bruscamente o de sorpresa, sólo tocaréis el vacío. Un testigo ocular
nos ha contado el siguiente hecho que le es personal. Él tenía entre
sus dedos una campanilla de mesa; una mano, al principio invisible
y después perfectamente aparente, vino a tomarla, haciendo
esfuerzos para arrancársela; al no poder conseguirlo, pasó por
encima para hacerla deslizar; el esfuerzo de tracción era tan evidente
como si hubiera sido una mano humana; al quererse aferrar esta
mano vivamente, no se encuentra sino el aire; habiendo separado los
dedos, la campanilla permaneció suspendida en el espacio y vino
lentamente a posarse sobre el parqué.
Algunas veces hay varias manos. El mismo testigo nos ha relatado
el siguiente hecho. Varias personas estaban reunidas alrededor de
una de esas mesas de comedor que se separan en dos. Se producen
golpes; la mesa se agita, se abre por sí misma, y a través de la
hendidura aparecen tres manos, una de tamaño natural, otra muy
grande y una tercera toda velluda; se las toca, se las palpa, ellas os
estrechan y después se desvanecen. En la casa de uno de nuestros
amigos, cuyo hijo había desencarnado en corta edad, es la mano de
un niño recién nacido que aparece; todos pudieron verla y tocarla;
este niño se sienta en el regazo de su madre, que claramente siente la
impresión de todo el cuerpo sobre sus rodillas.
A menudo la mano viene a apoyarse sobre vos; la veis o, si no la
veis, sentís la presión de sus dedos; algunas veces os acaricia, otras
veces os pellizca hasta el dolor. En presencia de varias personas, el
Sr. Home se sintió de ese modo tomado de la muñeca, y los
asistentes pudieron ver su piel estirada. Un instante después sintió
que lo mordían, y la marca de dos dientes quedó visiblemente
expuesta durante más de una hora.
La mano que aparece puede también escribir. Algunas veces se
coloca en el centro de la mesa, toma el lápiz y traza caracteres sobre
el papel dispuesto a ese efecto. Lo más frecuente es que lleva el
papel debajo de la mesa y lo devuelve todo escrito. Si la mano
permanece invisible, la escritura parece ser producida totalmente
sola. A través de ese medio se obtienen respuestas a las diversas
preguntas que se le pueden dirigir.
Otro género de manifestaciones no menos notable, pero que se
explica por lo que acabamos de decir, es el de los instrumentos de
música que tocan solos. Generalmente son pianos o acordeones.
En esta circunstancia, se ven claramente moverse las teclas y el
fuelle agitarse. La mano que toca, tanto puede ser visible como
invisible; el aria que se hace escuchar puede ser una conocida aria,
ejecutada a pedido. Si al artista invisible se lo deja de buen grado,
produce acordes armoniosos, cuyo conjunto recuerda la vaga y
suave melodía del arpa eólica. En la casa de uno de nuestros
suscriptores donde esos fenómenos muchas veces se han producido,
el Espíritu que así se manifestaba era el de un joven que había
fallecido desde algún tiempo y amigo de la familia, que cuando
encarnado tenía un notable talento como músico; la naturaleza de las
arias que preferentemente hacía escuchar no podía dejar ninguna
duda sobre su identidad para las personas que lo habían conocido.
El hecho más extraordinario en este género de manifestaciones no
es, en nuestra opinión, el de la aparición. Si esta aparición fuese
siempre aeriforme, estaría de acuerdo con la naturaleza etérea que
atribuimos a los Espíritus; ahora bien, nada se opondría a que esta
materia etérea se vuelva perceptible a la vista por una especie de
condensación, sin perder su propiedad vaporosa. Lo que es más
extraño, es la solidificación de esta misma materia, lo bastante
resistente como para dejar una impresión visible en nuestros
órganos. En nuestro próximo número daremos la explicación de ese
fenómeno singular tal como resulta de las propias enseñanzas de los
Espíritus. Hoy nos limitaremos a deducir del mismo una
consecuencia relacionada al toque espontáneo de los instrumentos de
música. En efecto, desde el instante en que la tangibilidad
temporaria de esta materia etérea es un hecho adquirido y que en
este estado una mano –aparente o no– ofrece bastante resistencia
para hacer una presión en los cuerpos sólidos, nada hay de
asombroso en que pueda ejercer una presión suficiente para hacer
mover las teclas de un instrumento. Por otra parte, hechos no menos
positivos prueban que esta mano pertenece a un ser inteligente;
tampoco hay nada de asombroso que esta inteligencia se manifieste
a través de sonidos musicales, como puede hacerlo a través de la
escritura o del dibujo. Una vez que se ha entrado en este orden de
ideas, los golpes dados, el movimiento de objetos y todos los
fenómenos espíritas de orden material se explican muy
naturalmente.