Hace algún tiempo, el Constitutionnel (Constitucional) y La
Patrie (La Patria) han hecho referencia al siguiente caso, publicado
en periódicos de los Estados Unidos:
«La pequeña ciudad de Lichtfield, en Kentucky, cuenta con
numerosos adeptos de las doctrinas del espiritualismo magnético.
Un hecho increíble, que acaba de pasar, sin duda no contribuirá poco
para aumentar el número de partidarios de la nueva religión.
«La familia Park, compuesta por el padre, la madre y por tres hijos
que ya tienen la edad de la razón, estaba fuertemente imbuida de las
creencias espiritualistas. Por el contrario, una hermana de la señora
Park –la señorita Harris– ninguna fe tenía en los prodigios
sobrenaturales de los cuales se le hablaba sin cesar. Esto era para
toda la familia un verdadero motivo de pesar, y más de una vez la
buena armonía de las dos hermanas se vio perturbada por eso.
«Hace algunos días la Sra. Park fue de repente acometida por un
mal súbito que, desde el principio, los médicos declararon no poder
tratar. La paciente era víctima de alucinaciones, y una terrible fiebre
la atormentaba constantemente. La Srta. Harris pasaba todas las
noches cuidándola. Al cuarto día de su enfermedad, la señora Park
se levantó súbitamente y, sentándose en su lecho, pidió agua y
comenzó a conversar con su hermana. Circunstancia singular: de
pronto la fiebre había desaparecido, su pulso era regular y ella se
expresaba con la mayor facilidad; toda feliz, la señorita Harris creyó
que su hermana estuviese desde aquel momento fuera de peligro.
«Después de haber hablado de su marido y de sus hijos, la Sra.
Park se acercó aún más de su hermana y le dijo:
“Pobre hermana: voy a dejarte; siento que la muerte se aproxima.
Pero al menos mi partida de este mundo servirá para convertirte.
Moriré dentro de una hora y me enterrarán mañana. Ten mucho
cuidado de no seguir mi cuerpo al cementerio, porque mi Espíritu,
revestido de su despojo mortal, aún te aparecerá una vez antes que
mi ataúd sea recubierto de tierra. Entonces creerás finalmente en el
espiritualismo”.
«Después de haber terminado estas palabras, la enferma volvió a
acostarse tranquilamente. Pero una hora después –como ella lo había
anunciado– la señorita Harris percibió con dolor que el corazón de
su hermana había cesado de latir.
«Vivamente emocionada por la asombrosa coincidencia que
existía entre este acontecimiento y las palabras proféticas de la
difunta, se decidió a seguir la orden que le había sido dada y, al día
siguiente, se quedó sola en la casa mientras que todos se dirigían al
cementerio. Después de haber
cerrado los postigos de la cámara mortuoria, ella se sentó en un
sillón ubicado cerca de la cama que el cuerpo de su hermana acabara
de dejar.
“Apenas cinco minutos hubieron transcurrido –contaba más tarde
la Srta. Harris–, cuando vi como una nube blanca destacarse en el
fondo de la habitación. Poco a poco esta forma se dibujó mejor: era
la de una mujer medio velada; ella se aproximó lentamente de mí; yo
distinguía el ruido de leves pasos sobre el piso; en fin, mis ojos
asombrados estaban en presencia de mi hermana...
“Su rostro, lejos de tener esa palidez sin brillo que en los muertos
impresiona tan penosamente, estaba radiante; sus manos, cuya
presión luego sentí sobre las mías, habían conservado todo el calor
de la vida. Fui como transportada a una nueva esfera por esta
aparición maravillosa. Creyéndome ya hacer parte del mundo de los
Espíritus, me toqué el pecho y la cabeza para asegurarme de mi
existencia; pero no había nada de penoso en este éxtasis.
“Después de haber permanecido así delante mío –sonriente pero
en silencio– por espacio de algunos minutos, mi hermana,
pareciendo hacer un violento esfuerzo, me dijo con una dulce voz:
“Es tiempo de partir: mi ángel conductor me espera. ¡Adiós! He
cumplido mi promesa. ¡Cree y espera!”
«El periódico –agrega La Patrie– del cual hemos extraído este
maravilloso relato, no dice si la señorita Harris se ha convertido a las
doctrinas del espiritualismo. Sin embargo, suponemos que así fue,
porque muchas personas se dejarían convencer por bien menos.»
Agregamos, por nuestra propia cuenta, que este relato nada tiene
que deba sorprender a aquellos que han estudiado los efectos y las
causas de los fenómenos espíritas. Los hechos auténticos de este
género son bastante numerosos y encuentran su explicación en lo
que hemos dicho al respecto en varias circunstancias; tendremos
ocasión de citarlos, provenientes de menos lejos que éste.
ALLAN KARDEC
Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas
Nuevo Reglamento
Al haber realizado la Sociedad algunas modificaciones en su
reglamento, nosotros lo damos adjuntoa este número de la
Revista, con su texto actualizado. De esta manera suprimiremos, de
ahora en adelante, el ejemplar anexo al número del mes de mayo, y
que aquellos de nuestros lectores que lo han recibido consientan en
considerarlo nulo.