Acabamos de ver al Magnetismo reconocido por la Medicina;
pero he aquí otra adhesión que, desde otro punto de vista, no tiene
una importancia menos capital, puesto que prueba el debilitamiento
de los prejuicios que las ideas más sanas hacen desaparecer a cada
día: es la adhesión de la Iglesia. Tenemos bajo nuestros ojos un
pequeño libro intitulado: Abrégé, en forme de catéchisme, du Cours
élémentaire d’instruction chrétienne: A L’USAGE DES
CATÉCHISMES ET DES ÉCOLES CHRÉTIENNES, par l’abbé Marotte,
vicaire général de Mgr. l'évêque de Verdun, 1853 (Resumen, en
forma de catecismo, del Curso elemental de instrucción cristiana:
PARA USO DE CATECISMOS Y DE ESCUELAS CRISTIANAS, por el
abad Marotte, vicario general de Monseñor obispo de Verdún,
1853). Esta obra, redactada en preguntas y respuestas, contiene
todos los principios de la doctrina cristiana sobre el dogma, la
Historia Santa, los mandamientos de Dios, los sacramentos, etc. En
uno de los capítulos sobre el primer mandamiento,
donde son tratados los pecados opuestos a la religión, y después de
haber hablado de la superstición, de la magia y de los sortilegios,
leemos lo siguiente:
«Preg. ¿Qué es el magnetismo?
«Resp. Es una influencia recíproca que a veces se opera entre los
individuos, según una armonía de relaciones, ya sea por la voluntad,
por la imaginación o por la sensibilidad física, y cuyos principales
fenómenos son la somnolencia, el sueño, el sonambulismo y el
estado convulsivo.
«Preg. ¿Cuáles son los efectos del magnetismo?
«Resp. Comúnmente, se dice que el magnetismo produce dos
efectos principales: 1°) Un estado de sonambulismo, en el cual el
magnetizado –completamente privado del uso de sus sentidos– ve,
escucha, habla y responde a todas las preguntas que se le dirigen; 2°)
Una inteligencia y un saber que sólo tiene en la crisis; él conoce
su estado, los remedios convenientes a sus enfermedades e incluso
lo que hacen ciertas personas distantes.
«Preg. En conciencia, ¿está permitido magnetizar y hacerse
magnetizar?
«Resp. 1º) Si para la operación magnética se emplean medios, o si
por ella se obtienen efectos que suponen una intervención diabólica,
será una obra supersticiosa y nunca puede ser permitida; 2°) Sucede
lo mismo cuando las comunicaciones magnéticas ofenden la
modestia; 3°) Suponiendo que se tome cuidado en apartar todo
abuso de la práctica del magnetismo, todo peligro para la fe o para
las costumbres, todo pacto con el demonio, es dudoso que sea
permitido recurrir a él como a un remedio natural y útil.»
Lamentamos que el autor haya puesto esta última corrección, que
está en contradicción con lo que precede. En efecto, ¿por qué el uso
de una cosa reconocida saludable no sería permitido, desde que se
aparten todos los inconvenientes que él señala en su punto de vista?
Es cierto que no expresa una defensa formal, sino una simple duda
sobre lo permitido. Cualquiera que ella sea, esto no se encuentra en
un libro erudito, dogmático, para uso exclusivo de los teólogos, sino
en un libro elemental, para uso de catecismos, por consecuencia
destinado a la instrucción religiosa de las masas; por consiguiente,
no es de modo alguno una opinión personal: es una verdad
consagrada y reconocida que el magnetismo existe, que produce el
sonambulismo, que el sonámbulo goza de facultades especiales, en
cuyo número está la de ver sin la ayuda de los ojos –incluso a la
distancia–, de escuchar sin la ayuda de los oídos, de poseer
conocimientos que él no tiene en su estado normal y de indicar los
remedios que le son saludables. La calidad del autor tiene aquí un
gran peso. No es un hombre desconocido que habla o un simple
sacerdote que emite su opinión: es un vicario general que enseña.
Nuevo fracaso y nueva advertencia para aquellos que juzgan con
demasiada precipitación.