Solicitamos a nuestros lectores que consientan en remitirse al
primer artículo 154 que hemos publicamos sobre este tema; siendo
éste su continuación, sería poco inteligible si el comienzo no se
tuviese presente en el pensamiento.
Como ya lo hemos dicho, las explicaciones que hemos dado sobre
las manifestaciones físicas son fundadas en la observación y en una
deducción lógica de los hechos: sacamos las conclusiones según lo
que hemos visto. Ahora, ¿cómo se operan en la materia etérea las
modificaciones que la vuelven perceptible y tangible? Primero
vamos a dejar hablar a los Espíritus que hemos interrogado sobre
este asunto, añadiendo a esto nuestros propios comentarios. Las
siguientes respuestas nos han sido dadas por el Espíritu san Luis;
ellas concuerdan con lo que otros nos habían dicho anteriormente.
1. ¿Cómo puede un Espíritu aparecer con la solidez de un cuerpo
vivo? –Resp. Él combina una parte del fluido universal con el
fluido que el propio médium libera para este efecto. Ese fluido
reviste, a su voluntad, la forma que él desea, pero generalmente esta
forma es impalpable.
2. ¿Cuál es la naturaleza de ese fluido? –Resp. Fluido, está todo
dicho.
3. ¿Es material ese fluido? –Resp. Semimaterial.
4. ¿Es éste el fluido que compone el periespíritu? –Resp. Sí, es el
lazo entre el Espíritu y la materia.
5. Ese fluido ¿es el que da la vida, el principio vital? –Resp. Siempre él; he dicho lazo.
6. ¿Es este fluido una emanación de la Divinidad? –Resp. No.
7. ¿Es una creación de la Divinidad? –Resp. Sí; todo es creado,
excepto el propio Dios.
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8. ¿Tiene el fluido universal alguna relación con el fluido eléctrico
del cual conocemos sus efectos? –Resp. Sí, es su elemento.
9. La sustancia etérea que se encuentra entre los planetas, ¿es el
fluido universal en cuestión? –Resp. Él envuelve los mundos: sin el
principio vital, nada viviría. Si un hombre ascendiese más allá de la
envoltura fluídica que rodea a los globos, perecería, porque el
principio vital se retiraría de él para unirse a la masa. Ese fluido os
anima, es el que vosotros respiráis.
10. ¿Es este fluido el mismo en todos los globos? –Resp. Es el
mismo principio, pero más o menos etéreo según la naturaleza de los
globos; el vuestro es uno de los más materiales.
11. Puesto que es ese fluido el que compone el periespíritu,
¿parece que se encuentra en una especie de estado de condensación
que, hasta un cierto punto, lo aproxima de la materia? –Resp. Sí,
hasta un cierto punto, porque no tiene sus propiedades; es más o
menos condensado según los mundos.
12. ¿Son los Espíritus solidificados los que levantan una mesa? –
Resp. Esta respuesta no conducirá todavía a lo que deseáis. 155
Cuando una mesa se mueve bajo vuestras manos, el Espíritu que
vuestro Espíritu evoca va a extraer del fluido universal lo necesario
para animar esta mesa con una vida ficticia. Los Espíritus que
producen esta clase de efectos son siempre Espíritus inferiores, que
aún no se han desprendido enteramente de toda influencia material.
Al estar la mesa así preparada a su voluntad (a la voluntad de los
Espíritus golpeadores), el Espíritu la atrae y la mueve bajo la
influencia de su propio fluido liberado voluntariamente. Cuando la
masa que quiere levantar o mover es demasiado pesada para él,
llama en su ayuda a Espíritus que se encuentran en sus mismas
condiciones. Creo haberme explicado con bastante claridad como
para hacerme comprender.
13. ¿Le son inferiores los Espíritus que llama en su ayuda? –Resp.
Casi siempre son iguales, y a menudo vienen por sí mismos.
14. Comprendemos que los Espíritus superiores no se ocupan de
cosas que están por debajo de ellos; pero preguntamos si, debido a
que son más desmaterializados, tendrían el poder de hacerlo si lo
desearan. –Resp. Ellos tienen la fuerza moral como los otros tienen
la fuerza física; cuando tienen necesidad de esta fuerza, se sirven de
los que la poseen. ¿No se os ha dicho que ellos se sirven de los
Espíritus inferiores como vosotros lo hacéis con los changadores?
15. ¿De dónde viene el poder especial del Sr. Home? –Resp. De
su organismo.
16. ¿Qué tiene de particular? –Resp. Esta pregunta no es precisa.
17. Preguntamos si se trata de su organismo físico o moral. –Resp.
He dicho organismo.
18. Entre las personas presentes, ¿hay alguien que pueda tener la
misma facultad que el Sr. Home? –Resp. La tienen en un cierto
grado. ¿No ha sido uno de vosotros que ha hecho mover la mesa?
19. Cuando una persona hace mover un objeto, ¿es siempre con la
colaboración de un Espíritu extraño, o dicha acción puede provenir
solamente del médium? –Resp. Algunas veces el Espíritu del
médium puede obrar solo, pero lo más frecuente es que lo haga con
la ayuda de los Espíritus evocados; esto es fácil de reconocerse.
20. ¿Cómo explicáis que los Espíritus aparezcan con las
vestimentas que tenían en la Tierra? –Resp. Frecuentemente no son
más que una apariencia. Además, ¡cuántos fenómenos tenéis entre
vosotros sin solución! ¿Cómo explicáis que el viento, que es
impalpable, derribe y quiebre árboles, que son compuestos
de materia sólida?
21. ¿Qué entendéis al decir que esas vestimentas no son más que
una apariencia? –Resp. Al tocarlas no se siente nada.
22. Si hemos comprendido bien lo que habéis dicho, el principio
vital reside en el fluido universal; el Espíritu extrae de este fluido la
envoltura semimaterial que constituye su periespíritu, y es por medio
de ese fluido que obra sobre la materia inerte. ¿Es exactamente así?
–Resp. Sí; es decir que él anima la materia con una especie de vida
ficticia; la materia se anima de la vida animal. La mesa que se
mueve bajo vuestras manos vive y sufre como el animal; obedece
por sí misma al ser inteligente. No es él que la dirige como el
hombre lo hace con un fardo; cuando la mesa se levanta, no es el
Espíritu que la levanta: es la mesa animada que obedece al Espíritu
inteligente.
23. Puesto que el fluido universal es la fuente de la vida, ¿es al
mismo tiempo la fuente de la inteligencia? –Resp. No; el fluido sólo
anima a la materia.
Esta teoría de las manifestaciones físicas ofrece varios puntos de
contacto con la que nosotros hemos dado, pero también difiere en
ciertos aspectos. De una y de otra resalta un punto capital: que el
fluido universal –en el cual reside el principio de la vida– es el
agente principal de esas manifestaciones, y que este agente recibe su
impulso del Espíritu, ya sea encarnado o errante. Ese fluido
condensado constituye el periespíritu o envoltura semimaterial del
Espíritu. En el estado de encarnación, ese periespíritu está unido a la
materia del cuerpo; en el estado de erraticidad, está libre. Ahora
bien, aquí se presentan dos cuestiones: la de la aparición de los
Espíritus y la del movimiento impreso a los cuerpos sólidos.
Con respecto a la primera, diremos que, en el estado normal, la
materia etérea del periespíritu escapa a la percepción de nuestros
órganos; únicamente el alma puede verla, ya sea en sueños, en
sonambulismo o incluso en somnolencia; en una palabra, todas las
veces en que hay una suspensión total o parcial de la actividad de los
sentidos. Cuando el Espíritu está encarnado, la substancia del
periespíritu se encuentra más o menos ligada íntimamente a la
materia corpórea, más o menos adherida, si podemos expresarnos
así. En ciertas personas hay una especie de emanación de ese fluido
como consecuencia de su organismo, y éstos son –propiamente
hablando– los médiums de efectos físicos. Según leyes que nos son
desconocidas, este fluido emanado del cuerpo se combina con el que
forma la envoltura semimaterial del Espíritu extraño. De esto resulta
una modificación, una especie de reacción molecular que
momentáneamente cambia las propiedades, al punto de volverlo
visible y, en algunos casos, tangible. Este efecto puede producirse
con o sin la colaboración de la voluntad del médium; es esto lo que
distingue a los médiums naturales de los médiums facultativos. La
emisión del fluido puede ser más o menos abundante: de ahí los
médiums más o menos potentes; de manera alguna dicha emisión es
permanente, lo que explica la intermitencia de la fuerza. En fin, si se
tiene en cuenta el grado de afinidad que puede existir entre el fluido
del médium y el de tal o cual Espíritu, se ha de comprender que su
acción puede ejercerse sobre unos y no sobre otros.
Evidentemente, lo que acabamos de decir también se aplica a la
fuerza medianímica, en lo que atañe al movimiento de los cuerpos
sólidos; queda por saber cómo se opera este movimiento. Según las
respuestas que hemos relatado anteriormente, la cuestión se presenta
bajo un aspecto totalmente nuevo; de este modo, cuando un objeto
es puesto en movimiento, levantado o arrojado al aire, no es que el
Espíritu lo aferre, lo empuje o lo levante, como nosotros lo haríamos
con la mano; él lo satura –por así decirlo– de su fluido por su
combinación con el del médium, y el objeto, así momentáneamente
vivificado, actúa como lo haría un ser vivo, con la diferencia que, no
teniendo voluntad propia, sigue el impulso de la voluntad del
Espíritu, y esta voluntad puede ser la del Espíritu del médium, como
también la de un Espíritu extraño, y algunas veces la de ambos,
obrando de común acuerdo, según sean o no simpáticos. La simpatía
o la antipatía que puede existir entre el médium y los Espíritus que
se ocupan con esos efectos físicos explica el por qué todos no son
aptos para provocarlos.
Puesto que el fluido vital, impulsado en cierto modo por el
Espíritu, da una vida ficticia y momentánea a los cuerpos inertes, y
que el periespíritu no es otra cosa sino este mismo fluido vital, se
deduce de ello que cuando el Espíritu está encarnado, es él que da la
vida al cuerpo por medio de su periespíritu, permaneciendo
unido tanto como el organismo lo permita; cuando se retira, el
cuerpo muere. Ahora bien, si en lugar de una mesa fuese tallada una
estatua de madera, y si se actúa sobre esta estatua como sobre una
mesa, se tendrá una estatua que se moverá, que golpeará, que
responderá por sus movimientos y por sus golpes; en una palabra, se
tendrá una estatua momentáneamente animada de una vida artificial.
¡Cuántas luces no arroja esta teoría sobre una multitud de fenómenos
hasta entonces inexplicados! ¡Cuántas alegorías y efectos
misteriosos no explica! Es toda una filosofía.