1. De dos hombres ricos, uno ha nacido en la opulencia y nunca
hubo conocido la necesidad; el otro debe su fortuna a su trabajo;
ambos la emplean exclusivamente para su satisfacción personal;
¿cuál de los dos es el más culpable? –Resp. El que ha conocido el sufrimiento: él sabe lo
que es sufrir.
2. El que acumula sin cesar y sin hacer bien a nadie, ¿encuentra
una excusa admisible en el pensamiento de que él amontona para
dejar más a sus hijos? –Resp. Es un compromiso con la mala
conciencia.
3. De dos avaros, el primero se rehúsa a lo necesario y muere de
necesidad sobre su tesoro; el segundo sólo es avaro para los otros: es
pródigo para sí mismo; mientras que se rehúsa al más leve sacrificio
para ayudar o hacer una cosa útil, nada le cuesta para satisfacer sus
goces personales y sus múltiples caprichos. Si le piden un servicio,
está siempre incomodado. ¿Cuál es el más culpable y cuál tendrá el
peor lugar en el mundo de los Espíritus? –Resp. El que ha gozado;
el otro ya ha encontrado su punición.
4. Aquel que, cuando encarnado, no ha hecho un empleo útil de su
fortuna, ¿encuentra un alivio haciendo el bien después de la muerte,
por la destinación que le da? –Resp. No; el bien vale lo que cuesta.