Los Espíritus atestiguan su presencia de diversas maneras, según
su aptitud, su voluntad y su mayor o menor grado de elevación.
Todos los fenómenos de que tendremos ocasión de ocuparnos se
relacionan naturalmente con uno u otro de esos modos de
comunicación. Por lo tanto, para facilitar la comprensión de los
hechos, creemos un deber abrir la serie de nuestros artículos con el cuadro de las diferentes naturalezas de
manifestaciones. Se las puede resumir así:
1°) Acción oculta: cuando no tiene nada de ostensible. Tales son,
por ejemplo, las inspiraciones o sugerencias de pensamientos, las
advertencias íntimas, la influencia sobre los acontecimientos, etc.
2°) Acción patente o manifestación: cuando es apreciable de
alguna manera.
3°) Manifestaciones físicas o materiales: son aquellas que se
traducen por fenómenos sensibles, tales como ruidos, movimientos y
desplazamiento de objetos. Muy a menudo estas manifestaciones no
poseen ningún sentido directo; sólo tienen como objetivo llamar
nuestra atención sobre algo y convencernos de la presencia de un
poder superior al hombre.
4°) Manifestaciones visuales o apariciones: cuando el Espíritu se
presenta bajo una forma cualquiera, sin tener ninguna de las
propiedades conocidas de la materia.
5°) Manifestaciones inteligentes: cuando revelan un pensamiento.
Toda manifestación que posea un sentido, aunque no fuese más que
un simple movimiento o un ruido que denote una cierta libertad de
acción, es una manifestación inteligente, porque responde a un
pensamiento u obedece a una voluntad. Las hay en todos los grados.
6°) Las comunicaciones: son las manifestaciones inteligentes que
tienen por objeto un continuo intercambio de pensamientos entre el
hombre y los Espíritus.
La naturaleza de las comunicaciones varía según el grado de
elevación o de inferioridad, de saber o de ignorancia del Espíritu que
se manifiesta, y según la naturaleza del tema que trata. Pueden ser:
frívolas, groseras, serias o instructivas.
Las comunicaciones frívolas emanan de Espíritus ligeros,
burlones y traviesos, más maliciosos que malos, que no atribuyen
ninguna importancia a lo que dicen.
Las comunicaciones groseras se traducen por expresiones que
chocan la decencia. Emanan de Espíritus inferiores o que aún no se
han despojado de todas las impurezas de la materia.
Las comunicaciones serias son graves en cuanto al tema y a la
manera como son hechas. El lenguaje de los Espíritus superiores es
siempre digno y desprovisto de cualquier trivialidad. Toda
comunicación que excluya la frivolidad y la grosería, y que tenga un
objetivo útil –aunque fuese de interés privado– es por esto mismo
seria.
Las comunicaciones instructivas son las comunicaciones serias
que tienen por objeto principal una enseñanza cualquiera, dada por
los Espíritus sobre las Ciencias, la Moral, la Filosofía, etc. Son más o menos profundas y más o menos verdaderas, según el grado
de elevación y de desmaterialización del Espíritu. Para obtener un
fruto real de esas comunicaciones es necesario que sean regulares y
seguidas con perseverancia. Los Espíritus serios se vinculan a los
que quieren instruirse y los secundan, mientras que dejan a los
Espíritus ligeros el cuidado de divertir con sus chistes a los que no
ven en esas manifestaciones más que una distracción pasajera. Es
por la regularidad y por la frecuencia de las comunicaciones que se
puede apreciar el valor moral e intelectual de los Espíritus con los
cuales se conversa, y por el grado de confianza que merecen. Si es
necesario tener experiencia para juzgar a los hombres, más aún lo
será para juzgar a los Espíritus.