Problema fisiológico dirigido al Espíritu san Luis, en la sesión de la Sociedad
Parisiense de Estudios Espíritas del 14 de septiembre de 1858.
Leemos en el Moniteur (Monitor) del 26 de noviembre de 1857:
«Nos comunican el siguiente hecho que viene a confirmar las
observaciones ya realizadas sobre la influencia del miedo.
«El Dr. F... volvía ayer a su casa después de haber hecho algunas
visitas a sus pacientes. En su recorrido le habían entregado –como
muestra– una botella de excelente ron, auténticamente proveniente
de Jamaica. El doctor olvidó en el carruaje la preciosa botella. Pero
algunas horas más tarde se acordó y se dirigió a la cochera, donde
declaró al jefe de estación que había dejado en una de sus cupés una
botella de un veneno muy potente y le recomendó a prevenir a los
cocheros a prestar mucha atención para no hacer uso de ese líquido
mortal.
«Apenas el doctor F... hubo entrado en su residencia, vinieron a
llamarlo a toda prisa porque tres cocheros del estacionamiento
vecino sufrían horribles dolores en las entrañas. Tuvo que hacer un
gran esfuerzo para tranquilizarlos y persuadirlos de que habían
bebido un excelente ron, y que su falta de delicadeza no podía tener
consecuencias más graves que las de una severa suspensión,
infligida en ese mismo instante a los culpables.»
1. –San Luis, ¿podríais darnos una explicación fisiológica de esta
transformación de las propiedades de una sustancia inofensiva?
Sabemos que, por la acción magnética, esta transformación puede
tener lugar; pero en el hecho relatado anteriormente no hubo emisión
de fluido magnético; solamente la imaginación ha actuado y no la
voluntad.
Resp. –Vuestro razonamiento es muy justo con relación a la
imaginación. Pero los Espíritus maliciosos que sugirieron a esos
hombres a cometer este acto de falta de delicadeza, hicieron pasar en
la sangre, en la materia, un escalofrío de temor que vosotros podríais
llamar de escalofrío magnético, el cual tensa a los nervios y lleva
frío a ciertas regiones del cuerpo. Ahora bien, sabéis que todo frío en
las regiones abdominales puede producir cólicos. Es, pues, un medio
de punición que al mismo tiempo divierte a los Espíritus que
hicieron cometer el hurto y los hace reír a expensas de aquellos que
han hecho errar. Pero, en todos los casos, la muerte no se seguiría:
apenas era una lección para los culpables y placer para los Espíritus
ligeros. Por eso es que se apresuran a recomenzar todas las veces
que la ocasión se les presente, incluso buscándola para su
satisfacción. Podemos evitar esto (hablo para vosotros)
elevándonos a Dios con pensamientos menos materiales que los que
ocupaban el espíritu de esos hombres. A los Espíritus maliciosos les
gusta reír; tened cuidado: aquel que cree que dice chistes agradables
a las personas que lo cercan, divirtiendo a una sociedad con sus
bromas o con sus acciones, a menudo se equivoca –e incluso muy a
menudo– cuando cree que todo eso viene de sí mismo. Los Espíritus
ligeros que lo rodean se identifican con él y, a su turno, lo engañan
frecuentemente con referencia a sus propios pensamientos, así como
a aquellos que lo escuchan. En ese caso, creéis relacionaros con un
hombre de espíritu, mientras que él no es más que un ignorante.
Haced un examen de conciencia y juzgaréis mis palabras. Los
Espíritus superiores no son, por esto, enemigos de la alegría; a veces
ellos también gustan reír para os ser agradables; pero cada cosa a su
tiempo.
Nota – Al decir que en el hecho relatado no había emisión de
fluido magnético, quizá no nos expresamos con total exactitud.
Exponemos aquí una suposición. Como hemos dicho, se sabe qué
tipo de transformación de las propiedades de la materia puede
operarse por la acción del fluido magnético dirigido por el
pensamiento. Ahora bien, ¿no se podría admitir que por el
pensamiento del médico, que quería hacer creer en la existencia de
un tóxico y dar a los ladrones las angustias del envenenamiento, ha
habido –aunque a la distancia– una especie de magnetización del
líquido que habría adquirido así nuevas propiedades, cuya acción se
encontraría corroborada por el estado moral de los individuos que se
volvieron más impresionables por el miedo? Esta teoría no destruiría
la de san Luis sobre la intervención de los Espíritus ligeros en
semejante circunstancia; sabemos que los Espíritus actúan
físicamente por medios físicos; por lo tanto, para cumplir sus
designios pueden servirse de aquellos que ellos mismos provocan, o
de los que nosotros les proporcionamos sin saberlo.