Octava clase. ESPÍRITUS LIGEROS – Son ignorantes,
maliciosos, inconsecuentes y burlones. Se entrometen en todo, y a
todo responden sin preocuparse con la verdad. Se complacen en
causar pequeñas contrariedades y picardías, en chismear y en inducir
maliciosamente a error por medio de mistificaciones y travesuras. A
esta clase pertenecen los Espíritus vulgarmente designados con los
nombres de duendes, gnomos y trasgos, los cuales están bajo la
dependencia de los Espíritus superiores, que a menudo los emplean,
como nosotros lo hacemos con nuestros servidores y peones.
Parecen más que otros apegados a la materia y dan la impresión de
ser los agentes principales de las vicisitudes de los elementos del
globo, ya sea que habiten en el aire, en el agua, en el fuego, en los
cuerpos duros o en las entrañas de la Tierra. A
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menudo manifiestan su presencia por medio de efectos sensibles,
como golpes, movimientos y desplazamientos anormales de cuerpos
sólidos, agitación del aire, etcétera, lo que los ha hecho acreedores al
nombre de Espíritus golpeadores o perturbadores. Se reconoce que
esos fenómenos no son de ninguna manera debidos a una causa
fortuita y natural cuando tienen un carácter intencional e inteligente.
Todos los Espíritus pueden producir estos fenómenos, pero en
general los Espíritus elevados ceden esas atribuciones a los Espíritus
inferiores, porque éstos son más aptos para las cosas materiales que
para las inteligentes.
En sus comunicaciones con los hombres, su lenguaje es a veces
espirituoso y chistoso, pero casi siempre superficial; captan las
extravagancias y ridiculeces que expresan con rasgos mordaces y
satíricos. Cuando usurpan algún nombre, lo hacen más por malicia
que por maldad.