EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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14. La humanidad, llegada a la adultez, tiene nuevas necesidades, aspiraciones más amplias y más elevadas; comprende el vacío con que la acunaron, las deficiencias de sus instituciones para brindarle felicidad; ya no encuentra, en ese estado de cosas, las satisfacciones legítimas a que se siente con derecho. Por eso se quita los pañales y se lanza empujada por una fuerza irresistible hacia terrenos desconocidos, en busca de nuevos horizontes menos limitados.


Actualmente, la humanidad accede a uno de esos períodos de transformación o, si se prefiere, de crecimiento moral. De la adolescencia pasa a la edad viril. El pasado ya no satisface sus nuevas aspiraciones, sus nuevas necesidades. Ya no puede ser gobernada por los mismos métodos; ya no se deja engañar por las quimeras ni por los sortilegios. Su razón ha madurado y reclama alimentos más sustanciales. Ante un presente demasiado efímero, siente que su destino es más vasto y que la vida corporal es demasiado restringida para abarcarlo por completo. Por eso, sumerge la mirada tanto en el pasado como en el porvenir, a fin de descubrir el misterio de su existencia y adquirir una certeza que le depare consuelo.


¡Y en el preciso momento en que se encuentra excesivamente oprimida por la esfera material, en que se vuelca a la vida intelectual, en que brota el sentimiento de espiritualidad, aparecen hombres que se dicen filósofos con la pretensión de llenar el vacío interior con las doctrinas del nadaísmo y el materialismo! ¡Singular aberración! Esos mismos hombres, que pretenden impulsar hacia adelante a la humanidad, se esfuerzan por ceñirla al estrecho círculo de la materia, del cual ansía escapar. Le ocultan la perspectiva de la vida infinita y le dicen, señalándole la tumba: ¡Nec plus ultra!