EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

Volver al menú
Períodos geológicos

1. La Tierra conserva las huellas evidentes de su formación. Gracias a las diferentes capas que componen su corteza podemos conocer sus etapas con suma precisión. El conjunto de estos estudios constituyen la Geología, ciencia de este siglo que aclara el espinoso problema del origen de nuestro planeta y el de los seres vivos que lo habitan. No se trata de hipótesis. Es el resultado riguroso de la observación de los hechos, ante cuya presencia la duda ya no tiene más cabida. La historia de la formación del mundo está escrita en las capas geológicas, de una manera mucho más certera que en los libros preconcebidos, porque es la Naturaleza misma quien habla y se revela a sí misma y no la imaginación humana que crea sistemas. Donde se ven huellas de fuego, se puede asegurar con certeza que hubo fuego; donde se distinguen rastros de agua, se sabe que allí existió agua; donde aparecen restos animales se puede establecer que en ese sitio vivieron animales. La Geología saca conclusiones de lo que ve. En caso de duda, no asegura nada: emite únicamente opiniones discutibles cuya solución definitiva esperará observaciones más completas. Sin los descubrimientos de la Geología, como sin aquellos que aportó la Astronomía, el génesis del mundo estaría aún entre las tinieblas de la leyenda. Gracias a la Geología, el hombre de hoy conoce la historia de su planeta y el andamiaje de fábulas que rodeaban a su origen se derrumbó para no levantarse más.

2. En todo terreno donde existan excavaciones naturales o practicadas por el hombre, se observa lo que se ha dado en llamar estratificaciones, es decir, capas superpuestas. Los terrenos que presentan esta disposición son llamados terrenos estratificados. Estas capas, de espesor muy variable, desde algunos centímetros hasta cientos de metros o más, se distinguen entre sí por el color y la naturaleza de la sustancia que las componen. Los trabajos arqueológicos, la perforación de pozos, la explotación de canteras y sobre todo las minas han permitido observarlas hasta profundidades considerables.

3. Las capas son generalmente homogéneas, es decir, que cada una está formada por una o por diversas sustancias que existieron juntas y que han constituido un todo compacto. La línea de demarcación que las separa siempre está trazada con claridad, como los cimientos de un edificio: en ningún punto se mezclan ni confunden sus límites, como ocurre, por ejemplo, con los colores del prisma y del arco iris. En razón de estas características, sabemos que fueron formadas sucesivamente, depositadas una sobre la otra en condiciones y por motivos diferentes. Las más profundas se formaron obviamente primero y las más superficiales con posterioridad. La última de todas, aquella que conforma la superficie, es el estrato de tierra vegetal que debe sus propiedades a los detritus de materias orgánicas provenientes de las plantas y los animales.

4. Los estratos inferiores, ubicados por debajo de la capa vegetal, reciben en Geología el nombre de rocas, palabra que en esta acepción no implica necesariamente una sustancia pedregosa, sino que se aplica a un lecho o banco de una sustancia mineral cualquiera. Algunos están formados por arena, arcilla, tierra gredosa, marga y cantos rodados; otros por piedras de mayor o menor dureza, tales como la arenisca, mármol, tiza, caliza, pedernal, carbón de piedra, asfaltita, etc. Del espesor de la roca, dependerá su solidez. Observando la naturaleza de estas rocas o estratos, se pueden apreciar señales concretas de sus diversos orígenes: unas, provienen de materias fundidas, a veces vitrificadas por la acción del fuego; otras, de sustancias terrosas depositadas por las aguas. Algunas de estas sustancias permanecieron disgregadas, como la arena; otras, en principio pastosas, por la acción de ciertos agentes químicos o por otras causas, se endurecieron y adquirieron con el tiempo la consistencia de la piedra. Los bancos de piedras superpuestas son signos de depósitos sucesivos. El fuego y el agua intervinieron en la formación de los materiales que componen la corteza sólida del planeta.

5. La dirección horizontal es la posición normal de los estratos terrosos o pedregosos provenientes de depósitos de agua. Cuando vemos esas inmensas planicies, perfectamente horizontales, unidas como si hubiesen sido niveladas con un rodillo, extenderse hasta perderse de vista, o a esos valles tan planos como la superficie de un lago, podemos asegurar que en una época más o menos remota esos sitios se hallaron cubiertos por aguas calmas, las cuales, al retirarse, dejaron en seco a las tierras que ellas mismas depositaron durante su estancia. Después del retiro de las aguas, la vegetación cubrió esas tierras. Si en vez de tierras grasas, limosas, arcillosas o margosas, con propensión a asimilar los principios nutritivos, las aguas sólo hubiesen depositado arenas silíceas, sin agregación, las planicies serían arenosas y áridas y constituirían landas y desiertos. Los depósitos que dejan las inundaciones parciales y los que forman los terrenos o deltas en la desembocadura de los ríos, pueden darnos una idea en pequeña escala.

6. Aunque la horizontalidad sea la posición clásica y más generalizada en las formaciones acuosas, se ven a menudo, en los países montañosos y ocupando extensiones considerables, rocas duras cuya naturaleza indica que fueron formadas por las aguas y cuya posición es inclinada e incluso vertical. Ahora bien, según las leyes de gravedad y equilibrio de los espíritus, los depósitos acuosos sólo pueden formarse en planos horizontales, ya que cuando se formaran en planos inclinados las corrientes y el propio peso los llevaría hacia el fondo. Por tanto, resulta evidente que estos depósitos fueron elevados por alguna fuerza. Con posterioridad a su solidificación o transformación en piedra. De estas consideraciones podemos deducir con certeza que las capas pedregosas originadas en depósitos de agua cuya posición es perfectamente horizontal, fueron formadas en el transcurso de muchos siglos por aguas tranquilas, y siempre que presenten una posición inclinada se deberá a que el suelo fue sacudido y dislocado con posterioridad por la acción de movimientos generales o parciales de mayor o menor consideración.

7. Un hecho característico de la mayor importancia, por el testimonio irrecusable que provee, es el hallazgo de restos fósiles1 de animales y vegetales que en gran número se hallan en las diversas capas. Encontramos estos restos incluso en las piedras más duras, de lo cual se deduce que la existencia de estos seres es anterior a la formación de las mismas piedras. Ahora bien, si pensamos 1. Fósil: del latín fossilia, derivado de fossa, fosse y de fodere, cavar, escarbar la tierra. Esta palabra designa en Geología a los cuerpos o restos de cuerpos organizados de seres que vivieron con anterioridad a los tiempos históricos. Por extensión se designa también con ella a las sustancias minerales que presentan huellas de la presencia de seres organizados, tales como huellas de vegetales o de animales. La palabra petrificación sólo se emplea para los cuerpos transformados en piedra, hecho que se produce por la infiltración de materias silíceas o calcáreas en los tejidos orgánicos. Todas las petrificaciones son necesariamente fósiles, mas todos los fósiles no son petrificaciones. Ciertos objetos, al estar sumergidos en aguas de sustancias calcáreas, se cubren de una capa pedregosa, como los que se pueden hallar en el riacho de Saint-Allyre, cerca de Clermont, en Auvernia, pero, en ese caso, no se trata de petrificaciones, sino de simples incrustaciones. Los monumentos, inscripciones y objetos de fabricación humana son del dominio de la arqueología. [N. de A. Kardec.] en el número increíble de siglos que fueron necesarios para operar el endurecimiento y llevarlas al estado en que se encuentran desde tiempo inmemorial, se llega forzosamente a esta conclusión: la aparición de los seres orgánicos sobre la Tierra se pierde en la noche de los tiempos y es muy anterior, en consecuencia, a la fecha asignada por el Génesis.

8. Entre estos restos vegetales y animales, hay algunos que sufrieron la penetración, en todas sus partes, de materias silíceas o calcáreas, que los convirtieron en piedras, algunas tan duras como el mármol, mas todo ello sin que su forma se haya visto alterada: éstas son las verdaderas petrificaciones. Otros se recubrieron de materia no solidificada, están intactos y, algunos, se alojan totalmente en las piedras más duras. Otros sólo dejaron huellas de una nitidez y delicadeza perfecta. En el interior de ciertas piedras se hallaron hasta huellas de pisadas, y según la forma del pie, dedos o uñas, se puede saber a qué especie animal pertenecieron.

9. Los fósiles animales comprenden sólo las partes sólidas y resistentes, es decir, los huesos, caparazones y astas. A veces se trata de esqueletos completos, pero, generalmente, son partes separadas, aunque es fácil reconocer el origen. Inspeccionando una mandíbula o un diente se sabe inmediatamente si perteneció a un animal herbívoro o carnívoro. Como todas las partes del animal guardan una correlación entre sí, la forma de la cabeza, de un omóplato, el hueso de una pata, de un pie, son suficientes para determinar la talla, la forma general y el género de vida del animal.2 Los animales terrestres poseen una organización que no permite confundirlos con los animales acuáticos. Los peces y las valvas fósiles son muy numerosos, y las valvas, solas, forman a veces bancos de considerable espesor. Por su naturaleza, se reconoce fácilmente si pertenecieron a animales de mar o de río.

10. Los cantos rodados constituyen en ciertas regiones aglomeraciones importantes que son un indicio inequívoco de su origen. Son redondeados como los guijarros que pueblan las playas marítimas y su forma se debe al roce de las aguas. Las comarcas en que se encuentran enterrados en gran cantidad fueron sin duda ocupadas mucho tiempo por algún océano o aguas violentamente agitadas.

11. Los terrenos de las diversas formaciones se caracterizan, además, por la naturaleza de los fósiles que encierran. Los más antiguos contienen especies animales o vegetales extinguidas en la superficie terrestre. Ciertas especies más recientes también han desaparecido, pero se conservan sus pares, que sólo difieren de sus predecesores por la talla y algunas variantes de forma. Otros, en quienes vemos a los últimos representantes, se hallan en vías de desaparecer, son los casos del elefante, el rinoceronte, el hipopótamo y otros. Así es que a medida que las capas terrestres se aproximan a nuestra época, las especies vegetales y animales se acercan también a las que existen hoy. Las perturbaciones y los cataclismos que desde el origen de la Tierra tuvieron lugar, cambiaron las condiciones de aptitud para la conservación de la vida e hicieron desaparecer generaciones enteras de seres vivos.

12. Al estudiar la naturaleza de las capas geológicas, se sabe de manera positiva si en la época de su formación la comarca que las comprende estaba ocupada por el mar, por lagos, bosques o planicies pobladas por animales de tierra. Si en una misma comarca encontramos una serie de capas superpuestas conteniendo alternativamente fósiles marinos, terrestres y de agua dulce de una manera reiterada, tendremos la prueba indiscutible de que esta misma comarca estuvo invadida en diversas oportunidades por el mar, cubierta por lagos y también desprovista de agua. ¡Y qué número increíble de siglos, de miles de siglos tal vez, fue preciso para que cada período se cumpliese! ¡Qué fuerza poderosa habrá debido actuar para trasladar y colocar de nuevo un océano o para levantar las montañas! ¡Por cuántas revoluciones físicas, por cuántas conmociones violentas debe haber pasado la Tierra hasta llegar a ser tal cual la vemos desde los tiempos históricos! ¡Y se quiere sostener que se ha puesto en esa transformación menos tiempo del que necesita una simiente para germinar! 2. Georges Cuvier llevó la ciencia paleontológica a un grado de adelanto tal, que un solo hueso basta a menudo para determinar el género, la especie, la forma del animal, sus hábitos y para reconstruirlo íntegro. [N. de A. Kardec.]

13. El estudio de las capas geológicas atestigua -tal cual ha sido dicho- las formaciones sucesivas que cambiaron el aspecto del globo y dividen su historia en varios períodos. Estas épocas constituyen los períodos geológicos, cuyo conocimiento es esencial para la comprensión del génesis. Contamos seis períodos principales, a saber: período primario, de transición, secundario, terciario, diluviano, posdiluviano o actual. Los terrenos formados durante cada uno de estos períodos se denominan también: terrenos primitivos, de transición, secundarios, etc. Se dice así que tal o cual capa o roca, tal o cual fósil se encuentra en los terrenos de un determinado período.

14. Es necesario tener en cuenta que el número de estos períodos no es absoluto y que depende de los sistemas de clasificación. Los seis principales designados más arriba sólo comprenden aquellos períodos marcados por un cambio notable y general en el estado del planeta. Pero la observación prueba que varias formaciones sucesivas se operaron durante cada uno de ellos, motivo por el cual se los divide en subperíodos caracterizados por la naturaleza de los terrenos, siendo de veintiséis el número de formaciones generales bien caracterizadas, sin contar a las que provienen de modificaciones debidas a causas puramente locales.