EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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47. Esta circunstancia no es común en la historia de las doctrinas. Le otorga una fuerza excepcional y un poder de acción irresistible. En efecto, aunque se la reprima en un determinado lugar o país, es materialmente imposible atacarla en todos los lugares y en la totalidad de los países. Si hubiese una región en la su que acción fuera obstaculizada, hay mil en donde podrá florecer. Más aún, aunque a la Doctrina pueda sofocársela en un individuo, no puede serlo en los espíritus, que son la fuente de que proviene. Y como los espíritus están por doquier y existirán siempre, y, aunque 3. En el gran movimiento de ideas que se prepara mediante el Espiritismo, y que ya se comienza a operar, nuestro papel personal es el del observador atento que estudia los hechos para encontrar la causa y sacar conclusiones. Hemos confrontado todo el material que pudimos reunir, hemos comparado y comentado las instrucciones dadas por los espíritus en diferentes lugares del planeta, y, finalmente, coordinamos metódicamente la totalidad de los hechos. Resumiendo, estudiamos y revelamos al público el fruto de nuestras investigaciones, sin atribuir a nuestros trabajos otro valor que el de una obra filosófica, producto de la observación y de la experiencia, sin considerarnos líderes del movimiento y sin pretender imponer nuestras ideas a nadie. Al publicarlas, hemos hecho uso de un derecho común. Quienes las han aceptado lo han hecho libremente. Si estas ideas encontraron numerosos adeptos es, sin duda, porque responden a las esperanzas de muchos, pero no por ello nos envanecemos, ya que el origen de la Doctrina no nos pertenece. La perseverancia y la devoción a la causa que hemos abrazado son nuestros únicos méritos. Hemos actuando como lo hubieran hecho otros, razón por la cual jamás pretendimos jugar al profeta o al mesías, y menos aún, considerarnos tales. [N. de A. Kardec.] se llegase a ahogar sus voces, muy hipotéticamente hablando, volveríamos a escucharlas tiempo después, porque la Doctrina se basa sobre un hecho natural, y no es posible suprimir las leyes de la Naturaleza. Sepan esto quienes sueñan con el derrumbe del Espiritismo (Revista Espírita, febrero de 1865: “Perpetuidad del Espiritismo”).