EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Generación espontánea.

20. Es natural preguntarse por qué ya no se forman seres vivos en las mismas condiciones en que se formaron los primeros que aparecieron en la Tierra.

La cuestión de la generación espontánea, que actualmente preocupa a la ciencia, aunque todavía no haya un acuerdo en cuanto a su resolución, no deja de arrojar luz sobre ese punto. El problema propuesto es el siguiente: en nuestros días, ¿se forman espontáneamente seres orgánicos por la simple reunión de los elementos que los constituyen, sin gérmenes producidos previamente por el modo habitual de generación? Dicho de otro modo: ¿se forman seres sin padre ni madre? Los partidarios de la generación espontánea responden afirmativamente, y se apoyan en observaciones directas que parecen concluyentes. Otros piensan que todos los seres vivos se reproducen los unos mediante los otros, y se basan en el hecho, constatado por la experiencia, de que los gérmenes de ciertas especies vegetales y animales, incluso dispersos, conservan la vitalidad en estado latente durante un lapso considerable, hasta que las circunstancias sean favorables a su eclosión. Esta opinión deja siempre pendiente la cuestión sobre cómo se formaron los primeros tipos de cada especie.

21. Sin rebatir ninguno de los dos sistemas, conviene destacar que el principio de la generación espontánea evidentemente sólo se puede aplicar a los seres de los órdenes más inferiores de los reinos vegetal y animal, a aquellos en los cuales la vida comienza a despuntar y cuyo organismo, extremadamente simple, es en cierto modo rudimentario. Fueron esos, de hecho, los primeros que aparecieron en la Tierra y cuya formación debió de ser espontánea. En ese caso, asistiríamos a una creación permanente, análoga a la que se produjo en las primeras edades del mundo.

22. Pero entonces, ¿por qué no se forman de la misma manera los seres de organización compleja? Es un hecho positivo que esos seres no han existido siempre; por consiguiente, tuvieron un comienzo. Si el musgo, el liquen, el zoófito, el infusorio, las lombrices intestinales y otros se reproducen espontáneamente, ¿por qué no sucede lo mismo con los árboles, los peces, los perros o los caballos?

Por el momento, aquí se detienen las investigaciones; se pierde el hilo conductor, y hasta que este sea encontrado, el terreno queda abierto a las hipótesis. Sería, pues, imprudente y prematuro presentar estos sistemas como verdades absolutas.

23. Si la generación espontánea es un hecho demostrado, por más limitado que sea, no deja de constituir un hecho fundamental, un hito capaz de indicar el camino para nuevas investigaciones. Si los seres orgánicos complejos no se producen de esa manera, ¿quién sabe cómo comenzaron? ¿Quién conoce el secreto de todas las transformaciones? Si vemos al roble brotar de la bellota, ¿quién puede sostener que no exista un lazo misterioso entre el pólipo y el elefante? (Véase el § 25.)

En el estado actual de nuestros conocimientos, no podemos instalar la teoría de la generación espontánea permanente más que como una hipótesis probable, que un día, tal vez, ocupe un lugar entre las verdades científicas reconocidas. *


* Véase, en la Revista Espírita de julio de 1868, el artículo acerca del desarrollo de la teoría de la generación espontánea: “La generación espontánea y la génesis”. (N. de Allan Kardec.)