EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Maldición contra los fariseos

22. (Juan Bautista) “Al ver que muchos de los fariseos y los saduceos acudían para recibir el bautismo, Él les dijo: ‘Raza de ví- boras, ¿quién os ha enseñado a huir de la cólera que habrá de caer sobre vosotros? Producid, entonces, frutos dignos de contrición, y no penséis en decir en vuestro interior: Tenemos a Abraham como padre, porque yo os declaro que Dios puede hacer que de estas piedras nazcan hijos de Abraham. El hacha ya está puesta en la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buenos frutos será cortado y arrojado al fuego.” (San Mateo, 3:7 a 10.)


23. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que impedís a los hombres el acceso al reino de los Cielos! Allá no entráis, y además os oponéis a que otros entren!


”¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que con el pretexto de extensas oraciones devoráis las casas de las viudas; recibiréis por eso un juicio más riguroso!


”¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y que después de haberlo conseguido lo volvéis dos veces más digno del infierno que vosotros mismos!


”¡Ay de vosotros, guías de ciegos, que decís: ‘Si un hombre jura por el Templo, eso no es nada; pero aquel que jure por el oro del Templo, queda obligado a cumplir su juramento’! ¡Insensatos y ciegos! ¿A qué se debe mayor estima, al oro o al Templo que santifica el oro? También decís: ‘Si un hombre jura por el altar, no es nada; pero aquel que jure por la ofrenda que está sobre el altar, queda obligado a cumplir su juramento’. ¡Ciegos! ¿A qué se debe mayor estima, a la ofrenda o al altar que santifica la ofrenda? Aquel, pues, que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él; y aquel que jura por el Templo, jura por él y por Aquel que habita en él; y aquel que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que ahí está sentado.


”¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y que habéis abandonado lo más importante que hay en la ley, a saber: la justicia, la misericordia y la fe! Esas son las cosas que había que practicar, sin omitir las demás. ¡Guías ciegos, que ponéis gran cuidado en colar lo que bebéis por miedo a engullir un mosquito, y que sin embargo engullís un camello!


¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, y que por dentro estáis llenos de rapiña e impureza! ¡Fariseos ciegos! Limpiad primero el interior de la copa y del plato, a fin de que también el exterior quede limpio.


”¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen agradables a los ojos de los hombres, pero que por dentro tenéis en abundancia huesos de muertos y toda clase de podredumbre! Así también vosotros, por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.


”¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que erigís sepulcros a los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si hubiésemos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos asociado con ellos para derramar la sangre de los profetas’! Acabáis, pues, de ese modo, de colmar la medida de vuestros padres. Serpientes, raza de víboras, ¿cómo podréis evitar la condena al infierno? Por eso, he aquí que voy a enviaros profetas, sabios y escribas, y mataréis a algunos, crucificaréis a otros, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas, y los perseguiréis de ciudad en ciudad, a fin de que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente que ha sido derramada en la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el templo y el altar. Os digo, en verdad, que todo eso recaerá sobre esta raza que existe hoy.” (San Mateo, 23:13 a 36.)