EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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57. “Aquel mismo día, iban dos de ellos hacia una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios, y hablaban entre sí de todo lo que había ocurrido. Y sucedió que, mientras conversaban y discutían acerca de eso, Jesús se les acercó y se puso a caminar con ellos; pero sus ojos estaban retenidos, a fin de que no pudiesen reconocerlo. Él les dijo: ‘¿De qué vinisteis hablando mientras caminabais y por qué estáis tan tristes?’


”Uno de ellos, llamado Cleofás, tomando la palabra dijo: ‘¿Serás en Jerusalén el único forastero que no sabe lo que ha ocurrido allí en los últimos días?’ Él les preguntó: ‘¿Qué pasó?’. Le respondieron: ‘Lo de Jesús de Nazaret, que fue un poderoso profeta delante de Dios y delante de todo el pueblo, y cómo los príncipes de los sacerdotes y nuestros senadores lo entregaron para que fuera condenado a muerte y lo crucificaran. Nosotros esperábamos que fuese Él el que rescatara a Israel, pero ya estamos en el tercer día después de que esas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de las que estaban con nosotros nos sorprendieron, pues habiendo ido al sepulcro antes de que despuntara el día, vinieron a decirnos que se les aparecieron ángeles que les dijeron que Él estaba vivo. Y algunos de los nuestros fueron también al sepulcro, y encontraron las cosas tal como las mujeres habían dicho; pero a Él no lo encontraron’.


”Entonces les dijo Jesús: ‘¡Oh! ¡Insensatos y tardos de corazón para creer en todo lo que los profetas han dicho! ¿Acaso no era necesario que el Cristo padeciera todas esas cosas y que entrara de esa manera en su gloria?’ Y comenzando desde Moisés, pasando luego por todos los profetas, les explicaba lo que en las Escrituras se había dicho de Él.


”Al aproximarse al pueblo a donde se dirigían, Él hizo ademán de que iba más lejos. Pero los dos lo obligaron a detenerse, diciéndole: ‘Quédate con nosotros, que ya es tarde y el día está declinando’; Él entró con ellos, y estando con los dos a la mesa tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se los iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y ambos lo reconocieron; Él entonces desapareció de sus vistas.


”Entonces se dijeron uno a otro: ‘¿No es verdad que nuestro corazón ardía dentro de nosotros cuando Él nos hablaba en el camino, explicándonos las Escrituras?’ Y, poniéndose de pie en ese mismo instante, volvieron a Jerusalén y vieron que los once apóstoles y los que continuaban con ellos estaban reunidos y decían: ‘¡El Señor en verdad resucitó y se ha aparecido a Simón!’ Entonces, también ellos narraron lo que les había sucedido en el camino, y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


”Mientras así conversaban, Jesús se presentó en medio de ellos, y les dijo: ‘La paz sea con vosotros; soy yo, no os asustéis’. Pero ellos, con la perturbación y el miedo de que fueron tomados, imaginaron ver un Espíritu.


”Y Jesús les dijo: ‘¿Por qué os turbáis? ¿Por qué se elevan tantos pensamientos en vuestros corazones? Mirad mis manos y mis pies, y reconoced que soy yo mismo. Tocadme y considerad que un Espíritu no tiene carne, ni huesos, como veis que yo tengo’. Y, diciendo eso, les mostró las manos y los pies.


”Pero como ellos todavía no creían, tan transportados de júbilo y de sorpresa se encontraban, les dijo: ‘¿Tenéis aquí algo de comer?’ Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado y un panal de miel. Él comió delante de ellos, y tomando los restos, les dio diciendo: ‘Esto es aquello que os dije mientras estaba todavía con vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que de mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos’.



”Al mismo tiempo les abrió el espíritu a fin de que comprendiesen las Escrituras, y les dijo: ‘Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitase de entre los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre la contrición y la remisión de los pecados en todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esas cosas. Y voy a enviaros el don de mi Padre, como os he prometido; pero, mientras tanto, permaneced en la ciudad hasta que yo os haya investido del poder desde lo Alto’.” (San Lucas, 24:13 a 49.)