EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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16. Retrocediendo sólo algunos millones de siglos de nuestro tiempo, nuestra Tierra no existía todavía, nuestro sistema solar no había iniciado aún la evolución propia de la vida planetaria y, sin embargo, espléndidos soles iluminaban el éter, planetas habitados daban vida y existencia a una multitud de seres que nos han precedido en la carrera humana. La opulencia de una Naturaleza desconocida y los fenómenos maravillosos del cielo desarrollaban ante otros ojos los cuadros de la inmensa Creación. Pero, ¡qué digo!, ya esos esplendores que en otra época hicieron palpitar el corazón de otros mortales con el pensamiento del poder infinito, han desaparecido. ¡Y nosotros, pobres y pequeños seres que llegamos después de una eternidad de vida, nos creemos contemporáneos de la Creación! Comprendamos mejor a la Naturaleza. Sepamos que la eternidad está detrás y delante nuestro y que el espacio es el teatro de una sucesión y una simultaneidad inimaginables de creaciones. Las nebulosas, visibles apenas en razón de la lejanía, son aglomeraciones de soles en vías de formación o vías lácteas de mundos habitados o emplazamientos de catástrofes y decrepitud. Sepamos que, así como estamos ubicados en medio de una infinitud de mundos, igualmente nos hallamos en medio de una doble infinitud de duraciones anteriores y ulteriores, y recordemos, también, que la Creación universal no se limita a nosotros, motivo por el que no podemos aplicar esa palabra a la formación aislada de nuestro pequeño mundo.