EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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CAPÍTULO VIII - Teorías sobre la formación de la Tierra
Teoría de la proyección

1. Entre todas las teorías que hacen referencia al origen de la Tierra, la que tuvo más adeptos en los últimos tiempos fue la de Buffon, tal vez por la posición de su autor en el mundo científico, o quizá porque no se sabía más en esa época.


Buffon observó que todos los planetas se movían en la misma dirección, es decir, de Occidente a Oriente y en el mismo plano, y que recorrían órbitas cuya inclinación no excedía los 7,5º, deduciendo, de esa uniformidad, que debieron haber sido puestos en movimiento por la misma causa.


Según Buffon, el Sol era la masa incandescente en fusión y supuso que un cometa lo había embestido en forma oblicua, chocando con su superficie y logrando separar una porción de él que, proyectada hacia el espacio por la violencia del impacto, se dividió en numerosos fragmentos. Estos fragmentos formaron los planetas, los cuales continuaron moviéndose circularmente debido a la combinación de las fuerzas centrípeta y centrífuga, en el sentido impreso por la dirección del choque primitivo, es decir, en el plano de la eclíptica.


Los planetas serían partes de la sustancia incandescente que forma al Sol y, como consecuencia, habrían sido también incandescentes ellos mismos en su origen. Tardaron en enfriarse y consolidarse un tiempo proporcional a sus respectivos volúmenes, y cuando la temperatura lo permitió, se originó la vida sobre sus superficies.


Como consecuencia de la disminución gradual del calor central, llegaría el día en que la Tierra se hallaría en completo estado de enfriamiento. La masa líquida, totalmente congelada, y el aire, cada vez más condensado, terminarían por desaparecer. El descenso de la temperatura haría imposible la vida. Primero se produciría una disminución, y luego, la desaparición de todos los seres organizados. El enfriamiento, iniciado en los polos, ganaría sucesivamente todas las comarcas hasta llegar al ecuador.


Según Buffon, tal es el estado actual de la Luna, la cual, de menor tamaño que la Tierra, sería hoy un mundo extinguido, en donde la vida está excluida. El mismo Sol correría igual suerte algún día. Siguiendo su cálculo, la Tierra habría tardado 74.000 años aproximadamente en llegar a su temperatura actual, y en 93.000 años más se produciría en ella el fin de la existencia de la Naturaleza organizada.


2. La teoría de Buffon, rebatida por los nuevos descubrimientos de la ciencia, se desechó en razón de los motivos siguientes:


1) Durante mucho tiempo se creyó que los cometas fuesen cuerpos sólidos y que su encuentro con un planeta podía conducirlo a éste a la destrucción. De acuerdo con esta hipótesis, la suposición de Buffon no tenía nada de improbable. Pero hoy se sabe que están formados por materia gaseosa condensada, mas lo bastante difusa como para que se puedan percibir estrellas de tamaño mediano a través de su zona central. En ese estado, ofrecen menos resistencia que el Sol, razón por la cual un choque violento capaz de proyectar a lo lejos una parte de su masa es algo imposible.


2) La naturaleza incandescente del Sol constituye otra hipótesis no confirmada hasta el presente, incluso las observaciones parecen desmentirla. Aunque aún no se conozca enteramente su naturaleza, la bondad de los medios de observación disponibles en la actualidad permiten estudiarla mejor. La ciencia de hoy considera que el Sol es un globo compuesto por materia sólida, rodeado de una atmósfera luminosa o fotosfera que no se halla en contacto con su superficie.*


3) En la época de Buffon sólo se tenía noticia de los seis planetas conocidos por los antiguos: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter y Saturno. Posteriormente se descubrió un gran número de los mismos, entre los cuales, principalmente tres, Juno, Ceres y Palas, poseen órbitas con inclinación de 13, 10 y 34 grados respectivamente, lo que no concuerda con la hipótesis de un movimiento de proyección único.


4) Los cálculos de Buffon sobre el enfriamiento son reconocidos completamente inexactos, desde que Fourier descubrió la ley de decrecimiento de calor. La Tierra no necesitó 74 mil años para llegar a su temperatura actual, sino millones de años.


5) Buffon sólo tuvo en cuenta el calor central del planeta, sin considerar al provocado por los rayos solares. Ahora bien, se sabe hoy, gracias a hallazgos científicos de rigurosa precisión basados en la experiencia, que en razón del espesor de la corteza terrestre el calor interno del globo es, desde hace mucho, un componente insignificante en la temperatura registrada en la superficie exterior. Las variaciones que sufre la atmósfera son periódicas y se deben a la acción preponderante del calor solar (cap. VII, n.º 25). El efecto de esta causa es permanente, mientras que el del calor central es casi o totalmente nulo. La disminución del mismo no produce modificaciones sensibles en la superficie terrestre. Para que la Tierra sea inhabitable, a causa del enfriamiento general, sería menester que el Sol se extinguiese. **



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* Se encontrará una disertación completa acerca de la naturaleza del Sol y de los cometas, de acuerdo a los últimos descubrimientos de la ciencia, en la obra de Camille Flammarion. Etudes et lectures sur l ́Astronomie (Estudios y conferencias sobre Astronomía). [N. de A. Kardec.]

** Para ampliar el tema y al respecto de la ley de decrecimiento del calor, consultar: Lettres sur les révolutions du globe, por el doctor Bertrand, antiguos alumno de la Escuela Politécnica. Esta obra, científica actual y escrita con sencillez y sin espíritu sectario, ofrece un estudio geológico de gran interés. [N. de A. Kardec.]





Teoría de la condensación


3. La teoría que concibe la formación de la Tierra por condensación de materia cósmica es la que prevalece hoy en la ciencia, debido a que es la mejor corroborada por la observación, la que resuelve un número mayor de dificultades y la que se apoya, en mayor medida que las restantes, en el gran principio de unidad universal. Es la teoría descrita en el cap. VI “Uranografía general.” Ambas teorías llegan al mismo resultado: el estado primitivo de incandescencia del globo, la formación de una corteza sólida por enfriamiento, la existencia del fuego central y la aparición de la vida orgánica desde el momento en que la temperatura lo permitió. Difieren, sin embargo, en los puntos esenciales, y es probable que si Buffon hubiese vivido en nuestros días sus ideas no hubiesen sido otras. La Geología estudia a la Tierra en sus aspectos factibles de observación directa. Como su estado anterior escapa a la experimentación, sólo puede conjeturarse al respecto. Ahora bien, entre dos hipótesis, el buen sentido nos dice que se debe elegir aquella que la lógica no rechace y que concuerde con los hechos observados.

Teoría de la incrustación

4. Mencionamos esta teoría a título exclusivamente informativo, ya que no se apoya en hechos científicos, pero ha tenido una cierta repercusión últimamente, seduciendo a algunas personas. Se halla resumida en la siguiente carta:


“Dios, según la biblia, creó al mundo en seis días, cuatro mil años antes de la era cristiana. Pero los geólogos lo ponen en duda, en razón de que los fósiles y los millares de caracteres, indudablemente vetustos, hacen remontar el origen de la Tierra a millones de años. Mas, sin embargo, ambas, las Escrituras y la Geología han dicho la verdad, y será un sencillo campesino * quien las pondrá de acuerdo, enseñándonos que nuestra Tierra es un planeta incrustativo muy moderno, pero compuesto por materiales sumamente antiguos.


“Después de la eliminación del planeta desconocido, llegado a la madurez o en armonía con aquel que ocupaba el sitio que hoy es nuestro, el alma de la Tierra recibió la orden de reunir a sus satélites para formar nuestro globo actual, según las leyes del progreso en todo y para todo. Sólo cuatro de esos astros aceptaron la asociación propuesta. Únicamente la Luna persistió en su autonomía, ya que los globos poseen también su libre albedrío. Para proceder a esta fusión, el alma de la Tierra lanzó un rayo magnético de atracción a sus satélites, y este rayo produjo un trance hipnótico en todos los seres del orden vegetal, animal y humano, los que fueron entregados a la comunidad. La operación tuvo por únicos testigos al alma de la Tierra y a los grandes mensajeros celestes que la ayudaron en tan magna tarea, abriendo los globos para unificar sus entrañas. Una vez realizada la soldadura, las aguas corrieron por los espacio vacíos dejados por la ausencia de la Luna. Las atmósferas se confundieron y el despertar o resurrección de los gérmenes cataleptizados comenzó: el hombre fue el último en salir de su estado hipnótico, y al despertar se vio rodeado por la lujuriosa vegetación del paraíso terrenal y por animales que pastaban en paz a su lado. La operación íntegra se llevó a cabo en seis días, gracias a la energía de los obreros, a quienes Dios había encomendado la tarea. El planeta Asia aportó la raza amarilla, la de civilización más antigua; el África, la raza negra; el Europa, la raza blanca, y el América, la raza roja. La Luna nos hubiese aportado tal vez la raza verde o la azul.


“Así, ciertos animales, de los que sólo se encuentran restos, no habrían vivido nunca en nuestra Tierra actual, sino que habrían sido traídos de otros mundos desmembrados debido a la vejez. Los fósiles encontrados en climas inadecuados para su existencia habrían habitado en sitios muy diferentes, en los globos donde nacieron. Tales restos se encuentran en nuestros polos, mientras que vivían en el ecuador de sus globos.”


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* El señor Michael, de Figagnères (Var), autor del libro Clef de la vie. [N. de A. Kardec.]



5. Los datos más positivos de la ciencia experimental se oponen a esta teoría. Además, deja sin resolver el problema del origen, aun cuando pretenda solucionarlo. Explica cómo se habría formado la Tierra, pero calla sobre la formación de los cuatro mundos reunidos para construirla. Si las cosas hubiesen sucedido así, ¿por qué, entonces, no se encuentran en ningún sitio rastros de esas inmensas soldaduras que llegarían hasta las entrañas de la Tierra? Al traer cada mundo consigo sus materiales propios, Asia, África, Europa y América deberían poseer una geología particular diferente, mas no es así. Por el contrario, el núcleo granítico uniforme de composición homogénea se distingue en todo el globo sin solución de continuidad. Además, las capas geológicas son de igual formación e idénticas en su constitución y superpuestas por doquier en igual orden, eslabonándose sin interrupción de un extremo al otro de los mares, de Europa a Asia, África, América y recíprocamente. Estas capas, testigos de las transformaciones del globo, dan fe de que se llevaron a cabo sobre toda su superficie y no sobre una parte. Señalan también los períodos de aparición, existencia y desaparición de las mismas especie animales y vegetales en las diferentes partes del mundo. La fauna y la flora de estos períodos lejanos se desarrollaron por doquier en forma simultánea bajo la influencia de una temperatura uniforme, cambiando en todas partes de carácter a medida que la temperatura se iba modificando. Tal estado de cosas es inconciliable con la formación de la Tierra mediante la agregación de mundos diferentes.


Nos hacemos otra pregunta: ¿Qué hubiese sido del mar, que ocupa el vacío dejado por la Luna, si ésta no hubiera puesto mala voluntad en reunirse con sus hermanos, y qué sería de la Tierra actual si un día se le ocurriese a la Luna tomar su lugar y desalojar al mar?


6. Este sistema sedujo a algunos porque parecía explicar la presencia y localización de las diferentes razas que habitan la Tierra. Pero, si esas razas pudieron desarrollarse en mundos distintos, 3. El señor Michael, de Figagnères (Var), autor del libro Clef de la vie. [N. de A. Kardec.] ¿por qué no podrían hacerlo en diversos puntos de un mismo globo? Es querer resolver una dificultad mediante otra mayor. En efecto, por más rapidez y destreza que se haya puesto en la operación, esta agregación no pudo realizarse sin acudir a medios violentos, y cuando más rápida y violenta se haya llevado a cabo esa operación, más desastrosos habrían sido los cataclismo, siendo poco factible, además, que seres simplemente durmiendo un sueño cataléptico hayan podido resistirlos para despertarse tranquilamente. Si era sólo gérmenes, ¿qué eran en realidad? ¿Cómo es posible que seres totalmente formados hayan sido reducidos al estado de gérmenes? Además, restaría por resolver el enigma de cómo tales gérmenes volvieron a desarrollarse. Nos encontraríamos otra vez frente a la creación de la Tierra mediante la vía del milagro, pero gracias a un procedimiento menos poético y grandioso que el del Génesis bíblico, mientras que las leyes naturales explican su formación de una manera mucho más completa y sobre todo más racional, deducida mediante la observación. *


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* Cuando un sistema semejante se liga a toda una cosmogonía, nos preguntamos sobre qué base racional podrá reposar el resto. La concordancia que este sistema pretende establecer entre el Génesis bíblico y la ciencia es totalmente ilusoria, ya que la ciencia misma lo contradice. El autor de la carta transcrita, hombre de grandes conocimientos, seducido durante algún tiempo por esta teoría encontró muy pronto sus puntos vulnerables y no tardó en combatirla, usando en su contra la misma ciencia. [N. de A. Kardec.]


El alma de la Tierra

7. El alma de la Tierra juega un papel preponderante en la teoría de la incrustación. Veamos si esta se encuentra mejor fundamentada.


El desarrollo orgánico siempre guarda relación con el desenvolvimiento del principio intelectual. El organismo se perfecciona en la medida que las facultades del alma se desarrollan. La escala orgánica sigue constantemente y en todos los seres la progresión de la inteligencia, desde el pólipo hasta el hombre. Y no podría ser de otra manera, ya que el alma necesita un instrumento que se adapte a la importancia de las funciones a cumplir. ¿De qué serviría a la ostra la inteligencia del simio sin los órganos necesarios para su manifestación? Si la Tierra fuese un ser animado, sirviendo de cuerpo a un alma especial, en razón de su constitución misma, su alma debería se aún más rudimentaria que la del pólipo, ya que la Tierra no posee siquiera la vitalidad de la planta, mientras que de acuerdo con el papel que se le atribuye a esta alma, se concibe a un ser dotado de razón y de libre arbitrio más completo, en una palabra, un espíritu superior, lo que no es racional, ya que jamás espíritu alguno estuvo más mal dotado y más encarcelado. La concepción del alma de la Tierra, tomada bajo este aspecto, debe incluirse entre las teorías sistemáticas y quiméricas.


Más racionalmente podemos considerar como alma de la Tierra a la colectividad de espíritus encargados de la elaboración y dirección de sus elementos constitutivos, lo que supone ya un cierto grado de desarrollo intelectual. O, mejor aún: al espíritu encargado de la elevada tarea de dirigir los destinos morales y el progreso de sus habitantes, misión que sólo podrá desempeñar un ser eminentemente superior en conocimientos y sabiduría. En este caso, este espíritu no es, hablando con propiedad, el alma de la Tierra, ya que no se encuentra encarnado ni subordinado a su estado material, es el jefe encargado de su dirección como un general se encarga de su ejército.


Un espíritu con una misión tan importante, como es la de gobernar a un mundo, no puede tener caprichos, o bien Dios sería muy poco previsor, confiando la ejecución de sus leyes a seres capaces de contravenirlas por mala voluntad. Ahora bien, según la doctrina de la incrustación, sería la mala voluntad del alma lunar la causante de que la Tierra se encuentre incompleta. Sin duda, hay ideas que se contradicen solas (Revista Espírita de septiembre de 1868: “El alma de la Tierra”)