EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

Volver al menú
48. Una vez restablecido el equilibrio sobre la superficie del globo, la vida animal y vegetal retomó rápidamente su curso. El suelo, consolidado, poseía bases más estables. El aire, más depurado, resultaba apto para órganos más delicados. El Sol brillaba en todo su esplendor a través de la atmósfera límpida y derramaba, junto con su luz, un calor menos sofocante y más vivificante que aquel otro del fuego interior. La Tierra se pobló de animales menos salvajes y más sociables. Los vegetales, más suculentos, ofrecían un alimento menos grosero. Todo estaba preparado para el nuevo huésped que habitaría la Tierra. Es entonces cuando apareció el hombre, último ser de la Creación, aquel cuya inteligencia contribuiría desde ese instante al progreso general y a su propio progreso.